21/05/2007, Lunes de la 7ª semana de Pascua
Hechos de los apóstoles 19,1-8, Sal 67, 2-3. 4-5ac. 6-7ab, san Juan 16,29-33

Lo siento por los que leéis estos comentarios para hacer un rato de oración, pero no me puedo resistir a escribir sobre un tema “clerical” que aparece en los blogs dedicados a estas cosas. De pronto ha tomado un protagonismo, del que hace tiempo no gozaba, Leonardo Boff, uno de los padres de la “teología” de la liberación, cuyos libros tuve que estudiar en mis tiempos de seminario, y aprendí que Cristo resucitado es parecido a una colilla de los cigarros de mi abuelo (gracias a Dios mi abuelo solía tirar las colillas a la basura, no guardarlas como un tesoro). Pero bueno, este “teólogo,” que pretende acercar a Jesús al pueblo oprimido, que debe gastarse el dineral que ganó con sus libros en viajes para anunciar gratuitamente su buena noticia (seguro que no cobra por conferencia, ¡faltaría más!), ha declarado -unido al pueblo oprimido cuya opresión de los poderosos les lleva a la incultura para poder abusar de ellos-, respecto a la visita del Papa a Brasil “¿Cuál de ellos es el más apropiado para una nación que debe revisar su antihistoria, heredada del colonialismo, del etnocidio indígena, del esclavismo y de la moderna dependencia de los centros metropolitanos? La respuesta depende del nivel de conciencia alcanzado por los católicos. Yo creo que el catolicismo devocional no tiene potencialidad de transformación social, por estar volcado sobre sí mismo; mientras que el otro articula constantemente fe, justicia y evangelio con compromiso de liberación.” Mañana lo suelto mi parroquia de un barrio periférico de Madrid, seguro que me aplauden o hacen la ola durante la frasecita. ¡Qué jeta! Vive de la Iglesia hasta que puedas vivir de tus hijos… (y a ciertas alturas de la vida, como no adoptes…).

“En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: – «Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios.” Le dejaría a Leonardo una semana en mi parroquia, a ver si aguanta las exigencias de la gente, sus verdaderos problemas y sus ilusiones y desesperanzas. Que les hable del etnocidio, de la antihistoria, de los centros metropolitanos y de las potencialidades, a ver que cara le ponen. Pero ¡ay! Yo no soy un “intelectual,” no puedo decirles palabritas de consuelo a los que de verdad tienen problemas. Lo siento, soy un pobre cura de barrio y no puedo decir a una adolescente que deje que “se la tiren” (no he inventado yo la expresión, la usan los jóvenes de mi barrio), uno distinto cada fin de semana en nombre de una sexualidad liberadora, ni puedo decir a un militar que ha matado a alguien en una acción de guerra que no tiene perdón de Dios, ni puedo decirle al traficante de “hachís” que está haciendo una resistencia pasiva a el materialismo de este mundo. Lo siento, soy un cura de un barrio pequeño, pero ¡menudo ignorante el Leonardo este!, que vaya a donde le aplaudan y hable de realidades que conoce por documentales, pues aunque haya estado de “vacaciones” en muchos países pobres ha vivido encerrado en la realidad de sus libros, de sus verdades (suyas), y sus amarguras.

¡Madre! Hoy me he metido con una vaca sagrada del progresismo, estaré marcado de por vida. Ahora que este personaje va a ir a la parroquia de Entrevías de Madrid yo aconsejaría a sus sacerdotes que se fuesen un mes de vacaciones y le dejasen a él en el cargo. Mi Cardenal se ahorraría el cerrarla, se vaciaría sola. “¡Vivan los pobres!, pero que vivan lejos”, pondría en la puerta de esa parroquia.

¡Pobrecillo! Me he metido mucho con él. Mañana me acordaré de él en la Misa (que aunque no sea una de sus verdades, para algo valdrá). A este “católico, apostólico y franciscano” (según él se define, y con la casi seguridad que nunca lo leerá), le pongo por mediación de nuestra Madre la Virgen (aún a costa de alargar este comentario, pero si uno rectifica nunca será demasiado espacio), un escrito de San Francisco, que no creo que lo escribiese para que se le dé mucho a la exégesis. ¡Allá va, de parte de un cura de barrio!:

“CARTA A LOS CLÉRIGOS II [CtaCle2]

Segunda redacción

Consideremos todos los clérigos el gran pecado e ignorancia que tienen algunos acerca del santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, y de sus sacratísimos nombres, y de sus palabras escritas que consagran el cuerpo. Sabemos que no puede existir el cuerpo, si antes no es consagrado por la palabra. Nada, en efecto, tenemos ni vemos corporalmente en este siglo del Altísimo mismo, sino el cuerpo y la sangre, los nombres y las palabras, por las cuales hemos sido hechos y redimidos de la muerte a la vida (1 Jn 3,14). 4Por consiguiente, todos aquellos que administran tan santísimos ministerios, y sobre todo quienes los administran sin discernimiento, consideren en su interior cuán viles son los cálices, los corporales y los manteles donde se sacrifica el cuerpo y la sangre de nuestro Señor. Y hay muchos que lo abandonan en lugares viles, lo llevan miserablemente, y lo reciben indignamente, y lo administran a los demás sin discernimiento. Asimismo, sus nombres y sus palabras escritas son a veces hollados con los pies; porque el hombre animal no percibe las cosas que son de Dios (1 Cor 2,14). ¿No nos mueven a piedad todas estas cosas, siendo así que el mismo piadoso Señor se entrega en nuestras manos, y lo tocamos y tomamos diariamente por nuestra boca? ¿Acaso ignoramos que tenemos que caer en sus manos? Por consiguiente, enmendémonos de todas estas cosas y de otras pronta y firmemente; y dondequiera que estuviese indebidamente colocado y abandonado el santísimo cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, que se retire de aquel lugar y que se ponga en un lugar precioso y que se cierre. Del mismo modo, dondequiera que se encuentren los nombres y las palabras escritas del Señor en lugares inmundos, que se recojan y se coloquen en un lugar decoroso. Y sabemos que estamos obligados por encima de todo a observar todas estas cosas según los preceptos del Señor y las constituciones de la santa madre Iglesia. Y el que no lo haga, sepa que tendrá que dar cuenta ante nuestro Señor Jesucristo en el día del juicio (cf. Mt 12,36). Quienes hagan copiar este escrito, para que sea mejor observado, sepan que son benditos del Señor Dios.” Francisco de Asís.

Un abrazo, y disculpas.