Comentario Pastoral
AMOR Y PERDÓN

Amor y perdón interaccionan mutuamente. Perdona el que amó hasta entregar la vida y ama el que se siente perdonado. La diferente actitud de la Magdalena y el fariseo hace verdadera aquella frase de Pascal: «Hay dos clases de hombres: los unos justos que se creen pecadores, y los otros pecadores que se creen justos». La conversión comienza cuando uno se reconoce como pecador y se encuentra a sí en la actitud receptiva de fe en Cristo, que salva contra toda esperanza y seguridad humanas.

El mensaje central de este domingo undécimo puede resumirse así: el Dios que se revela en Cristo es un Dios que ama y perdona. El hombre para reconocer,.su pecado necesita de una presencia profética que le ayude a tomar conciencia de su situación con la inevitable claridad de la propia verdad.

San Lucas, que es el evangelista de la misericordia, propone el tema en tres etapas sucesivas: el encuentro ocasional de Jesús con una pecadora durante un banquete en casa de un fariseo; la reacción escandalizada del fariseo (los fariseos no practican la hospitalidad para con los pecadores) y la consiguiente parábola de los dos deudores aplicada a la mujer; por último, el anuncio del perdón a la mujer, puesto en relación con su amor.

Dios siempre toma la iniciativa en el amor y lo hace gratuitamente; el hombre que se siente amado, perdonado y acogido por Dios expresa su arrepentimiento agradecido en un amor fiel y profundo. Amor y perdón son recíprocamente relación y dependencia: de una parte el perdón es pura gratuidad de Dios y acogida, donde el hombre se abre al amor; y de otra, el hombre que ama se siente potenciado por el perdón y libre para poder amar más.

Es importante subrayar que el amor, lo mismo que la fe, se expresa en obras y en gestos. La Magdalena expresó en gestos todo el amor-dolor que almacenaba en su vida: rompió el frasco, lavó en lágrimas los pies del Maestro, los limpió y secó con sus propios cabellos, besó sin descanso los cansados pies de Jesús. Porque supo amar mucho y de verdad, sus pecados desaparecían del mismo modo que se deshacían sus lágrimas. Quedó limpia su fe fortalecida, su alma pacificada.

Hay que imitar a la Magdalena en saber llorar por dentro nuestros pecados (es la conversión) sin ser plañideros fáciles, pero sobre todo en amar de verdad, profundamente, «a tope», como diría un joven de hoy.


Andrés Pardo


Palabra de Dios:

Samuel 12, 7-10. 13

Sal 31, 1-2. 5. 7. 11

San Pablo a los Gálatas 2, 16. 19-21

San Lucas 7, 36-8, 3

Comprender la Palabra

Reanudamos este Domingo, 11º del Tiempo Ordinario del Año Cristiano, la lectura semicontinua del Evangelio según San Lucas, siguiendo el orden de capítulos, de quien escuchamos preferentemente este año (ciclo C).

El Relato Evangélico base es el de San Marcos, al que tienen delante Mateo y Lucas al redactar sus Relatos Evangélicos. Uno y otro añaden a sus Escritos enseñanzas, episodios, de Jesús, tomados de otras fuentes o tradiciones orales. Es, por tanto, razonable que en los años, en que toca leer preferentemente de Mateo (ciclo A) o de Lucas (ciclo C), escuchemos selectivamente enseñanzas, episodios, propios exclusivos de Mateo y de Lucas. Sólo Lucas narra el Episodio, que hoy escuchamos, de la Mujer anónima pecadora.

Es sabido que la 1ª Lectura -del Antiguo Testamento- se escoge en función de la del Evangelio. Así escuchamos hoy un fragmento del relato del pecado del Rey David. David reconoce su pecado; pecado de asesinato encubierto. Ordenó que un soldado fuera situado en el puente de mayor riesgo en la batalla, de modo que cayera entre los primeros para apoderarse de su mujer. A la amonestación, que le hace el Profeta Natán, David, sinceramente arrepentido de su crimen, responde: «He pecado contra el Señor». Natán entonces le responde: «El Señor perdona tu pecado; no morirás».

«Tus pecados están perdonados» -le dice Jesús a la Pecadora pública… «Sus muchos pecados están perdonados» -le advierte Jesús a Simón el Fariseo, que le había convidado. No era esta vez al parecer la primera, en que Jesús se encontraba con aquella mujer. Ya Jesús le había perdonado, pues había comprobado que «tiene mucho amor», es decir, su sincero arrepentimiento y su propósito de cambiar de vida. El llanto a los pies de Jesús y la unción con el perfume son signos del agradecimiento por el perdón otorgado.

Impresiona tanto o más que los milagros que Jesús se arrogue la facultad, exclusiva de Dios, de perdonar los pecados; perdonar, no sólo en el sentido de no tener en cuenta el pecado, sino más aún, en el sentido de purificar, renovar, al pecador. Recordemos aquella otra escena del perdón, otorgado al Paralítico… «¿Quién puede perdonar pecados fuera de Dios?».

Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

Vino


El vino, juntamente con el pan, es el signo sacramental más importante para los cristianos: es el sacramento de la donación de Jesús Resucitado, que se da él mismo como alimento para nuestro camino.

El vino es «fruto de la vid y del trabajo del hombre». Es la bebida festiva por excelencia, y significa alegría y vitalidad. Humanamente habla de amistad y comunión con los demás, infunde inspiración.

En el Antiguo Testamento los tiempos mesiánicos se comparan con un convite de vino de solera. Y las varias copas de vino de la cena pascual judía expresan la alegría festiva de su Alianza con Dios. El vino nuevo, reservado para el final en las bodas de Caná simboliza los tiempos mesiánicos ya inaugurado en Cristo.

El mismo Cristo se definió a sí mismo como la Vid verdadera. y en cada Eucaristía repetimos sobre el cáliz de vino: «tomad y bebed todos de él: éste es el cáliz de mi Sangre, derramada por vosotros y por todos los hombres…». El vino, apuntando a la Sangre de Cristo, nos pone en comunión con el sacrificio pascual de Cristo en la cruz, a la vez que nos hace preguntar la Alegría del Reino de los últimos tiempos.

Cristo no eligió cualquier bebida, como el agua, por ejemplo, sino el vino, bebida fuerte, llena de vitalidad.

celebrar mejor


El culto a la Eucaristía fuera de la Misa

El culto a la Eucaristía encuentra su expresión natural y su lugar propio en la celebración de la Misa. Oraciones y lecturas, actitudes y sentimientos, signos y gestos permiten a los fieles rendir al Padre por Cristo en el Espíritu un culto en espíritu y en verdad. Pero e] culto eucarístico no se agota en la misa, se prolonga fuera de la celebración en multiplicidad de formas que constituyen una manifestación de fe y piedad del pueblo cristiano y son irradiaciones vivas y eficaces de ]a misma celebración eucarística. El fin primero y primordial de la reserva de las sagradas especies fuera de la Misa es la administración del Viático; los fines secundarios son ]a distribución de la comunión y la adoración de Nuestro Señor Jesucristo presente en el sacramento. Pues la reserva de las especies sagradas para los enfermos ha introducido la laudable costumbre de adorar este manjar del cielo conservado en las iglesias. Él es e] Emmanuel, es decir, «Dios con nosotros». Pues día y noche está en medio de nosotros, habita con nosotros lleno de gracia y verdad. Los fieles, permaneciendo ante Cristo, el Señor, disfrutan de su trato íntimo, le abren su corazón por sí mismo y por todos los suyos y ruegan por la paz y la salvación del mundo.


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:

2 Corintios 6,1-10. Damos prueba de que somos ministros de Dios.

Mateo 5,38-42. Yo os digo: No hagáis frente al que os agravia.

Martes 3:
San Romualdo (950-1 027), abad. A partir de 978 se dedicó a reformar y fundar monasterios en los que intenta infundir una nueva orientación: penitencia, soledad y austeridad de vida.

2 Corintios 8,1-9. Cristo se hizo pobre por vosotros.

Mateo 5,43-48. Amad a vuestros enemigos.

Miércoles 3:

2 Corintios 9,6-11. Al que da de buena gana lo ama Dios.

Mateo 6,1-6.16-18. Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.

Jueves 3:
San Luís Gonzaga (1568-1591),estudiante jesuita, murió por su caridad en los hospitales de Roma.

2 Corintios 11,1-11. Os anuncié de balde el Evangelio de Dios.

Mateo 6,7-18. Vosotros rezad así.

Viernes 3:
San Paulino (355-431), primero vivió en matrimonio, después de convertirse se hizo monje y fue elegido obispo de Nola, o San Juan Fisher, nació en 1469, obispo de Ratisbona, luchó contra los errores de su tiempo y Santo Tomás Moro nació en 1477, canciller del rey de Inglatrra. Ambos fueron decapitados por orden de Enrique VIII.

2 Corintios 11,18.2Ib-30. Aparte todo lo demás, la carga de cada día, la preocupación por todas las iglesias.

Mateo 6, 19-23. Donde está tu tesoro, allí está tu corazón.

Sábado 3:

2 Corintios 12,1-10. Muy a gusto presumo de mis debilidades.

Mateo 6,24-34. No os agobiéis por el mañana.