No sé si el servidor de la página web está en Cataluña, pero últimamente no hace más que fallar, el comentario de hoy es para ponerse el pijama e irse a dormir.

“«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!” (…)¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.” Estas palabras, leídas así, a secas, no parecerían del Evangelio de hoy, pero lo son. Parecen palabras que incitan a la violencia, a la división, a la falta de hermandad, tal vez de Atila, el de los hunos. Sin embargo estas palabras son del Evangelio de hoy.

No hay más que darse una vuelta por los blogs religiosos en Internet para darse cuenta de la división que existe. Pero no es sólo que nos tiremos a Cristo a la cara (algunos con la cara bastante dura por cierto, pero como se van de vacaciones nos dejan descansar), sino que descubrimos un mundo en tensión. Basta leer las noticias sobre el terrible terremoto en Perú: además de grandes (y pequeños) gestos solidarios, encontramos al ejercito en la calle para evitar el pillaje y los robos. Cuando más unidos debían estar los humanos, en las tragedias en las que no hay ningún culpable, aparece lo mejor y lo peor del ser humano.
Jesucristo sabía que traía división pues el mundo ya estaba dividido, no por las religiones, sino por el pecado. “Quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retiramos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús” A Jeremías le querían quitar de en medio pues no decía lo buenos que eran el rey y sus príncipes, sino que denunciaba su infidelidad a Dios, y eso molesta. A nosotros si todo el mundo nos aplaude,… malo. Los cristianos tenemos que llevar una vida coherente con en Evangelio y, por lo tanto, molestaremos a los codiciosos, pretenciosos, lujuriosos, ególatras y demás recua de vanidosos que por el mundo están. Les molestaremos pues les mostraremos que se puede vivir de otra manera, y nos atacarán. No nos puede extrañar ni asustarnos.

Pero a la vez que palparemos la división en nuestro entorno, encontraremos la paz de corazón, que sólo el Espíritu Santo puede dar. Tal vez nos insulten o nos ninguneen, pero “recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.” Así que cuando Jesús habla nos dice lo que ocurre, no nos habla del mundo maravilloso y de Alicia hablando con la reina de picas, nos cuenta lo que tiene que ocurrir, pero nos basta su gracia.

Pidámosle hoy a nuestra Madre la Virgen que seamos realmente molestos para los que no quieren a Dios, que seamos un aguijón que los incite a reaccionar y nunca nos acomodemos a hacer “lo de todo el mundo.” “He venido a prender fuego en el mundo,” y por lo que hacemos nosotros no pasaría de ser una pequeña cerilla. ¡Avivemos el fuego!.