1Tes 2, 1-8; Sal 138; Mt 23, 23-26

Sigamos con los fariseos. Puesto que Jesús insiste, no callaremos nosotros. Ignoro si la expresión «filtráis el mosquito y os tragáis el camello» pertenece al refranero judío de los tiempos de Cristo o brota del agudísimo sentido del humor del Señor; pero, en todo caso, me parece divertidísima. Uno se imagina a un ticio -así se llamaba «cualquiera» cuando yo estudiaba Derecho Romano- ante la leche del desayuno. Por algún motivo, en la taza se ha colado un camello (no me preguntéis cómo; tampoco sé en qué postura puede acomodarse semejante bicho dentro de un tazón, así que lo imaginaré como pueda, con jorobas y todo, nadando entre los cornflakes). El tal ticio llama a gritos al camarero de la cafetería, y éste, al acercarse, se percata de que el animal que el beduino de la mesa de al lado había dejado atado al semáforo de la entrada se ha soltado de sus ligaduras y, ávido de cornflakes, se ha sumergido en la taza del pobre ticio. Espera una potente regañina y una denuncia en el centro de salud, o en la protectora de animales. Pero, ante su asombro, el ticio señala con el dedo un punto entre dos copos de cereal, y le muestra al camarero un mosquito que, envidioso del camello, quería su ración de cornflakes. Vuelve el pobre camarero con unas pinzas, recoge suavemente el insecto, lo agita para que suelte la leche robada que llevara en el buche, y se marcha sin ocuparse del camello. El ticio levanta el tazón -animal incluido- y de un solo trago devora leche, cornflakes, camello y jorobas sin inmutarse. Luego se relame, se limpia el bigotillo con la servilleta, y se marcha con un eructillo mientras deja el precio sobre la mesa. Esta vez, a causa del mosquito -¡Qué vergüenza!- no habrá propina… ¿Quién es ese ticio?

– Ticio limpia todos los días el polvo de la pantalla del televisor, y ha llamado al antenista trece veces porque la señal no es limpia, pero luego enciende el artefacto y traga todo lo que sale por la pantalla, aunque deje su alma hecha una ciénaga… – Ticio regaña a sus hijos cuando no se cepillan los dientes por la noche, pero no tiene prisa por bautizarlos; ya elegirán ellos cuando sean mayores… – Ticio traza con tiralíneas la raya del pantalón, lleva al trabajo la camisa blanca impecable, planchada y sin una sola mancha, pero hace meses (¡años!) que no visita el confesonario… – Ticio está muy enfadado porque alguien ha arañado la puerta de su automóvil, pero esta misma mañana ha mentido como un bellaco y ya no se acuerda… – Ticio se ha puesto su mejor traje porque el jefe le ha invitado a cenar, pero ayer era domingo y fue a misa en chándal… –

A Ticio no hay quien lo aguante; se le ha «colgado» el ordenador y no lo puede reiniciar. ¡Ay que ver! ¡Cuando peca no se pone así!… – El refinado Ticio tiene las tragaderas como el túnel del Canal de la Mancha.

Bueno, sigue tú. Que ni el chiste es tan chiste, ni los fariseos eran tan «raros». Yo te sugiero que no desayunes solo; sienta en tu mesa a María, y toma sólo lo que Ella te sirva. Así no habrá mosquitos… ni camellos.