Comentario Pastoral
NUEVA CATEQUESIS SOBRE LA ORACIÓN

Siempre es tema importante el de la oración, que está presente durante toda la existencia de Cristo, sobre todo en los instantes más decisivos de su misión. Hoy se nos pone de relieve una de las características básicas, como es la perseverancia, que no es otra cosa que la fidelidad en la adhesión orante a Dios,
La cualidad fundamental de la viuda del Evangelio es su irresistible constancia, que no conoce la oscuridad del silencio del juez, la amargura de su indiferencia y la constante dureza de su hostilidad. La oración es una aventura misteriosa con matices de lucha, pues es una agonía y un combate con lo infinito.

Otra dimensión de la oración, propiamente teológica, que se deriva de la parábola lucana es la certeza de la escucha. La consecuencia es lógica: si un juez corrupto e injusto cede ante la constancia de una viuda, cuánto más lo hará el Juez justo y perfecto que es Dios. La confianza en la paternidad de Dios es la raíz de la oración, su estilo y atmósfera.
Perseverar en la oración sin desanimarse probará la firmeza de nuestra voluntad y lo inquebrantable de nuestra fe en Dios, que siempre hace justicia.
La oración es un puente de comunicación entre lo finito y lo infinito, une a la humanidad con Dios. La oración no es la intuición sentimental de un instante ni un estadio transitorio de exaltación. Necesita perseverancia y empeño. Es una lucha con el misterio, una aventura.
La oración produce justicia. Quien tiene contacto con Dios vuelve al mundo con más luz de lo alto, transfigurado, porque su amor es más fuerte, su coraje más sólido, su esperanza más viva.
La oración produce también paz en el corazón, porque se dirige no a un juez, sino a un padre misericordioso. Por eso conforta, consuela, serena, renueva al hombre.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
«A los que buscan el Reino y la justicia de Dios, Él les promete darles todo por añadidura. Todo en efecto pertenece a Dios: el que posee a Dios, nada le falta, si él mismo no falta a Dios»

San Cipriano


Palabra de Dios:

Éxodo 17, 8-13

Sal 120, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8

Timoteo 3, 14-4,2

San Lucas 18, 1-8

Comprender la Palabra

Escuchamos este Domingo, en la Lectura del Evangelio, la Parábola, exclusiva de San Lucas, del Juez Injusto. La Parábola lleva una introducción: “Jesús, para explicar a sus discípulos que tenían que orar siempre sin desanimarse… «. Estas palabras evocan el episodio, que escuchamos en la 1ª Lectura: Moisés orante, con los brazos extendidos, implorando insistentemente la victoria del Pueblo de Dios en su lucha contra los Amalecitas; los ayudantes de Moisés le sostienen los brazos…

El punto de interés de la Parábola está en el contraste, que el Señor establece entre Dios y el Juez Injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos, que le gritan día y noche… o les dará largas? Os aseguro que les hará justicia sin tardar».

Estas últimas palabras hemos de entenderlas correctamente. Podemos tener la impresión de que Dios no nos escucha, de que no accede a nuestras peticiones, como la viuda de la Parábola. Pero sabemos que Dios siempre escucha; sabe lo que necesitamos antes de pedírselo. Y Él nos da siempre lo que es justo, aunque no lo experimentemos,’ más aún, aunque lo justo, que Dios nos da, no coincida con nuestras pretensiones de justicia.

Volviendo sobre las palabras, que encabezan la Parábola: «Orar siempre, sin desanimarse». La Iglesia ha tenido siempre muy en cuenta este mandato del Señor. Ya desde los orígenes (la Iglesia Apostólica) organizó y fomentó la Plegaria, en diversos momentos de la jornada, a imitación del mismo Cristo, Es la Liturgia de las Horas, el Oficio Divino, Es la Oración de la Iglesia; la Oración del mismo Cristo, que Él legó a la Iglesia; más aún, la Oración de Cristo, pronunciada por la Iglesia. La Oración de la Iglesia acrecienta la fe en medio de las pruebas de cada día en el ejercicio de la tarea, que el Señor le encomendó. Esta es la respuesta a la inquietante pregunta, que el ‘Señor formula al final de la Parábola: «Cuando venga el Hijo del hombre ¿encontrará esta fe en la tierra?»


Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

Participamos, celebrando La Palabra de Dios (II)


Celebramos la Palabra de Dios, contenida en los Libros del Antiguo Testamento, Sagrada Escritura, de siglos antes de Cristo (1ª Lectura). Todo el Antiguo Testamento es pre-historia de Cristo.
Celebramos la Palabra de Dios, Palabra del Señor Jesús, contenida en los cuatro Relatos Evangélicos (3ª Lectura). Los Relatos Evangélicos son, en el más amplio y profundo sentido, Historia, Biografía, de Cristo. La Persona de Cristo es su Vida, toda ella salvífica, que culmina en el Acontecimiento de su Muerte-Resurrección Gloriosa.
Celebramos la Palabra de Dios, contenida en los otros Escritos del Nuevo Testamento, en los que se nos revela también a Cristo (2ª Lectura).


Avelino Cayon


celebrar mejor


DOMUND 2007. «Todas las Iglesias para todo el mundo»

Queridos hermanos y hermanas, verdaderamente el mandato misionero encomendado por Cristo a los Apóstoles nos compromete a todos. Por tanto, la Jornada mundial de las misiones debe ser ocasión propicia para tornar cada vez mayor conciencia de ese mandato y para elaborar juntos itinerarios espirituales y formativos adecuados que favorezcan la cooperación entre las Iglesias y la preparación de nuevos misioneros para la difusión del Evangelio en nuestro tiempo.

Con todo, no conviene olvidar que la primera y principal aportación que debemos dar a la acción misionera de la Iglesia es la oración. “La mies es mucha -dice el Señor y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10,2). «Orad, pues, venerables hermanos y amados hijos -escribió hace cincuenta años el Papa Pío XII de venerada memoria-: orad más y más, y sin cesar. No dejéis de llevar vuestro pensamiento y vuestra preocupación hacia las inmensas necesidades espirituales de tantos pueblos todavía tan alejados de la verdadera fe, o bien, tan privados de socorros para perseverar en ella» («Fidei donum», 13). Y exhortaba a multiplicar las misas celebradas por las misiones, pues «son las intenciones mismas de nuestro Señor, que ama a su Iglesia y que la quisiera ver extendida y floreciente por todos los lugares de la tierra» (Id).
Queridos hermanos y hermanas, también yo renuevo esta invitación tan actual. Es preciso que todas las comunidades eleven su oración al «Padre nuestro que está en el cielo», para que venga su reino a la tierra.



Benedicto XVI.
Mensaje para el DOMUND,
21 octubre 2007

Para la Semana

Lunes 3:


Romanos 4,20-25. Está escrito también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en él.

Lucas 12,13-21. Lo que hemos acumulado, ¿de quién será?

Martes 3:

San Juan de Capistrano (1386-1456), juez, franciscano, apóstol por toda Europa.

Romanos 5,12-15b.17-19.20b-21. Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte. ¡Cuánto más ahora vivirán y reinarán!

Lucas 12,35-38. Dichosos los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentra en vela.

Miércoles 3:
San Antonio María Claret (1807-1871), obispo de Cuba, fundador de los de los Misioneros Hijos del Corazón de María.

Romanos 6.12-18. Ofreceos a Dios como hombres que de !a muerte han vuelto a la vida.

Lucas 12,39-48. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá.

Jueves 3:

Romanos 6,19-23. Ahora, emancipados del pecado, habéis sido hechos esclavos de Dios.

Lucas 12,49-53. No he venido a traer paz, sino división.

Viernes 3:

Romanos 7, 18-25a. ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte?

Lucas 12,54-59. Si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?

Sábado 3:


Romanos 8,1-11. El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros.

Lucas 13,1-9. Si no os convertís, todos pereceréis de la misma