Comentario Pastoral
CONVERSIÓN Y PERDÓN

Dios crea, ama y perdona. Bajo esta óptica hay que meditar el Evangelio de la conversión de Zaqueo, el odiado recaudador de impuestos romanos.
La salvación de Zaqueo por Jesús comienza con el deseo, casi infantil, desafiando respetos humanos, de subirse en un árbol para ver mejor al Señor que pasa. Esta salvación continúa con la sorpresa de la invitación de Jesús, que quiere alojarse en su casa; y culmina con la respuesta de conversión generosa y decidida del rico jefe de publicanos: «La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le retribuiré cuatro veces más».
La conversión radical de Zaqueo se manifiesta sobre todo en la solidaridad ‘efectiva con los pobres y con las víctimas de la injusticia. Por eso la conversión es al mismo tiempo una reorientación hacia Dios y un acto social y comunitario. Cuando se experimenta el perdón de Dios no hay más remedio que encaminarse por una ruta de alegría y de donación.
Como dice el libro de la Sabiduría, Dios se compadece de todos, cierra los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan, ama a todos los seres y a todos perdona porque son suyos, corrige poco a poco a los que caen y a los que pecan les recuerda su pecado para que se conviertan y crean.
Es importante subrayar que el perdón y la salvación de Dios ya estaba presente y actuante en aquel primer movimiento de búsqueda del Señor por parte de Zaqueo. «No me buscaríais a mí si no me hubieseis ya encontrado», dice Dios. El Dios amigo de la vida y del perdón infunde a todo lo creado un soplo incorruptible de vida. Se trata de seguir ese soplo del Espíritu cuando y dondequiera que nos invada. No hay situación humana en que no pueda sorprendemos la invitación de Dios.
El cristiano es el que experimenta todos los días el perdón de los pecados; por eso se debe reconquistar con intensidad el valor del sacramento de la reconciliación y celebrarlo con amor y con pasión.
La conversión continua no es un acto ritual sino vital, comporta una nueva opción por Dios y por el prójimo, un nuevo nacimiento para ser nueva criatura. De esta manera florece la ética cristiana, el empeño por la justicia y por la construcción de un nuevo orden de relaciones. Así se construye la nueva comunidad humana. La conversión no sólo nos abre a los demás, sino también a Dios.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
«Cristiano, reconoce tu dignidad. Puesto que ahora participas de la naturaleza divina, no degeneres volviendo a la bajeza de tu vida pasada. Recuerda a qué Cabeza perteneces y de qué Cuerpo eres miembro. Acuérdate de que has sido arrancado del poder de las tinieblas para ser trasladado a la luz del reino de Dios»

San León Magno


Palabra de Dios:

Sabiduría 11, 22-12, 2

Sal 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14

San Pablo a los Tesalonicenses 1, 11-2,2

San Lucas 19, 1 – 10

Comprender la Palabra

Camino de Jerusalén «entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad” El episodio del encuentro de Jesús con Zaqueo sucede mientras Jesús se dirige a Jerusalén. El Acontecimiento salvifico de la Pascua, que allí va a suceder, ilumina y da toda su eficacia a lo que Jesús hace y dice. Fruto de la Pascua de Cristo es el don de la conversión y del perdón, que Zaqueo recibe.

La conversión, que implica siempre el arrepentimiento, está expresada en la decisión de Zaqueo de reparar el mal que ha hecho: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres, y si de alguno me ha aprovechado, le restituiré cuatro veces más». No olvidemos la observación de San Lucas: «Era jefe de recaudadores (de impuestos) y rico» (enriquecido con los abusos crematísticos, cometidos en la gestión).

La generosa decisión de Zaqueo es también don de Dios: el don de la satisfacción penitencial. Dios da sus dones como tarea.

La respuesta de Jesús no se hace esperar: «Hoy ha sido la salvación de esta casa», En ella va implícito el perdón; el perdón, que se hace explícito en el comentario de San Lucas o del mismo Cristo, que sigue a continuación: «Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar ya salvar lo que estaba perdido», Estas últimas palabras así como la murmuración de la gente: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”, evocan la Parábola del Hijo Prodigo. Recordemos las palabras reiteradas del «padre» de la Parábola: «Este hijo mío estaba perdido y lo hemos encontrado», así como la protesta de los fariseos, que criticaban a Jesús, porque «acogía a los pecadores y comía con ellos «.
Es este uno entre otros episodios, en el que Jesús se arroga la potestad de perdonar, es decir, de radicar el pecado -Misericordiosa potestad divina-, Los perdones de Jesús son anuncios proféticos, anticipos del Perdón, de la Purificación, definitivas en el Último Juicio, que a su vez se nos anticipa en el Sacramento de la Penitencia (Reconciliación), expresado simbólicamente a modo de ‘juicio».

En el fondo de la narración evangélica resuena la Plegaria del Autor de Libro de la Sabiduría (1ª Lectura): «Cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan… les recuerdas sus pecados… para que crean en ti, Señor».


Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

El Sacramento del Amor


Sacramento de la caridad, la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre, En este admirable Sacramento se manifiesta el amor más grande, aquel que impulsa a «dar la ‘ida por los propios amigos». En efecto, Jesús «los amó hasta el extremo». Con esta expresión, el evangelista presenta el gesto de infinita humildad de Jesús: antes de morir por nosotros en la cruz, ciñéndose una toa1la, lava los pies a sus discípulos, Del mismo modo, en el Sacramento eucarístico Jesús sigue amándonos hasta el extremo, hasta el don de su Cuerpo y de su Sangre. ¡Qué emoción debió embargar el corazón de los Apóstoles ante los gestos y palabras del Señor durante aquella Cena! ¡Qué admiración ha de suscitar también en nuestro corazón el Misterio eucarístico!


Benedicto XVI

Exhortación «Sacramentum caritatis», n. 1

al ritmo de la semana


Ntra. Sra. de la Almudena – 9 de noviembre

La Virgen de La Almudena está unida, desde el primer momento, a la historia cristiana de Madrid. Según una tradición, avalada por la historia, el 9 de noviembre del año 1085, se rasgó el frente de una muralla de la puerta de la Vega y apareció una imagen de la Virgen, que los cristianos madrileños habían ocultado. Existe documentación del año 1382, en que se nombra con el título de «Almudena» a una imagen de la Virgen, a la que el pueblo de Madrid ha venerado con singular devoción. Y el origen de ese nombre de «Almudena” se remonta a la reconquista de Madrid, cuando las mezquitas fueron convertidas en iglesias. Una de ellas estaba dedicada a Santa María y se encontraba en la ciudad o en La Almudena. Alfonso VI en 1083 «con lágrimas en los ojos dobla la rodilla en tierra y de buscar a la Virgen hace solemne promesa tan pronto como Toledo vencido y tomado sean. Fueron fervientes devotos de Nuestra Señora de La Almudena, entre otros, san Ildefonso de Toledo, san Isidro Labrador, que entraba en su templo todos los días a rezar a la Virgen antes de comenzar el trabajo en el campo, y su esposa Santa María de la Cabeza.

La imagen actual de la Virgen de La Almudena, fue coronada solemnemente el 10 de noviembre de 1948 y declarada patrona de la diócesis de Madrid por el papa Pablo VI el l de julio de 1977. Recibe culto de los madrileños en la nueva Catedral que lleva su nombre, dedicada solemnemente por Juan Pablo 11 el 15 de junio de 1993.

«Como excelsa patrona de Madrid bendice y protege a quienes pronuncian cada día, con devoto amor tu nombre santo y el de tu Hijo».


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:


Romanos 11,29-36. Dios nos encerrará a todos en rebeldía para tener misericordia de todos.

Lucas 14,12-14. No invites a tus amigos, sino a pobres y lisiados.

Martes 3:


Romanos 12,5.16a. Cada miembro está al servicio de los otros miembros.

Lucas 14,15-24. Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa.

Miércoles 3:


Romanos 13,8.10. Amar es cumplir la ley entera.

Lucas 14,25-33. El que no renuncia a todo, no puede ser discípulo mío.

Jueves 3:

En Madrid: La Dedicación de la Basílica de Letrán (anticipada). Catedral de Roma, sede del papa, iglesia madre de la cristiandad occidental.

Ezequiel 47, 1-2.8-9.12. Vi que manaba agua del lado derecho del templo y habrá vida donde quiera que llegue la corriente.

I Corintios 3,9c.l1.16-17. Sois templo de Dios.

Juan 2,13-22. Hablaba del templo de su cuerpo.

Viernes 3:
En Madrid: Nuestra Señora de La Almudena, patrona de la Archidiócesis de Madrid, unida desde el primer momento a la historia de la ciudad.

Zacarías 2,14-17. Alégrate y goza, hija de Sión, que yo vengo a habitar dentro de ti.

Apocalipsis 21,3-5a. Esta es la morada de Dios entre los hombres: ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos, y será su Dios.

Juan 19,25-27. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

Sábado 3:
San León Magno, papa en el 440, decidido defensor de la unidad de la Iglesia.

Romanos 16,3-9.16.22-27. Saludaos unos a otros con el beso ritual.

Lucas 16,9-15. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras?