Se está poniendo en duda la autoría por parte de Goya de algunos cuadros. Algunos quieren defender que esas obras son de algún discípulo. Entre ellas algunas de las llamadas “pinturas negras” entre la que destaca la de “Saturno devorando a un hijo.” La verdad es que es bastante macabra esa bocaza del Dios Chronos devorando, por el paso del tiempo, a uno de sus hijos. No sé si es de D. Francisco o no, pero cuando el tiempo se convierte en dios acaba devorando a sus criaturas. Vivimos atados al tiempo, a la correa del reloj, y se nos invita a disfrutar del momento, sin que nadie nos agobie (excepto el Euribor, el atasco, la publicidad, el teléfono móvil, no tener Internet, los niños del vecino y el sumsumcorda). Cuando se olvida uno de la eternidad el tiempo se hace dios y, entonces, los viejos y los enfermos molestan pues nos recuerdan lo caducos que somos y aplicamos la eutanasia; los niños molestan cuando rompen nuestros planes de libertad juvenil y aplicamos el aborto; el amor si se convierte en fiel es demasiado largo y recurrimos al divorcio. Chronos se convierte en dios y acaba devorando a sus hijos pues, de pronto, te das cuenta que el tiempo también ha pasado para ti y has perdido el amor de tu vida, eres demasiado anciano para tener hijos y la debilidad te llega y tienes miedo de ir al médico no sea que te sede terapéuticamente para que no amargues la vida a los demás.
“Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.” Jesucristo nos hace ver que somos criaturas nuevas, no estamos abocados a la oscuridad de la muerte, Él es la resurrección y la vida y, por ello, no podemos intentar vivir como si el tiempo tuviese la última palabra, hacemos un roto peor. Cuando en la sociedad se pierde el sentido de eternidad se caen en la mayores contradicciones. Alabamos la ecología que pretende dejar un mundo mejor a los hijos que se intenta que no nazcan, al final el grito más sincero es “salvemos a las focas” que estas no abortan. Buscamos calidad de vida pero cuando la enfermedad nos supera entonces echamos el cerrojazo y quitamos de en medio nuestro fracaso guardándolo en un ataúd. Todo se justifica por el amor, pero siempre que el amor no llegue al corazón y nos exija un compromiso de pro vida. No buscamos el sentido de la vida sino que la vida tenga sentido para nuestras estrechas mentes. Y se hace un roto peor.
Estamos llamados a la Vida, con mayúsculas, y eso da sentido a la vida. Por eso hay que dar soluciones nuevas a los problemas con los que se enfrenta la humanidad. Hay que inyectar esperanza a las madres, a los niños, a los enamorados, a los enfermos, a los ancianos. No podemos darles una patada como única tabla de salvación, por muy progresista que les parezca a algunos. «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón.» La solución no estar en quitar a Dios de la sociedad pues pondremos otros dioses en su lugar, Chronos se alzará a devorar a sus hijos.
“Haced lo que Él os diga.” Así la Virgen sale al encuentro de los problemas de los hombres. No fuerza a los hombres, podríamos decir que “fuerza a Dios” para que esté al lado de los sufrimientos de la humanidad. Podemos hacerla caso…, o hacer un roto peor.