Proliferan ahora los negocios de defensa jurídica, derechos de los consumidores y demás. Nos encanta protestar y pedir explicaciones. Ahora que vivo en una casa nueva todo el rato se están quejando de los defectos constructivos, y hay que reconocer que en muchos casos tienen razón. Pero algunos se van animando y parece que el que la ventana no cierre bien en su piso es una conjura del constructor y el promotor contra su familia. El quejarse hace que uno se sienta importante y el no recibir una respuesta rápida nos humilla. “Me quejo, luego existo” podría ser el nuevo axioma de estos tiempos.
«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.» Los discípulos aprovechan los momentos a solas con Jesús para pedirle explicaciones, y el Señor se las da. También en el Antiguo Testamento piden explicaciones a Dios en muchas ocasiones: “¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio?” Y Jesús llega a prometer “el Espíritu Santo será quien os lo explique todo.” Dios da explicaciones, los santos han llegado a grandes formulaciones: “Sólo Dios basta” “Todo es para nuestro bien” “Nos hiciste, Señor, para Tí” Tal vez de tanto quejarnos nos olvidemos del auténtico culpable y pidamos cuentas a la persona equivocada.
La raíz del mal, del auténtico mal, es el pecado; y el que nos conduce al pecado es el diablo. Y al diablo nunca le pedimos explicaciones. Sabemos que nos lleva al vacío y en la nada no vamos a encontrar respuestas. El libro de Job nos presenta a Satanás como el acusador, el que está poniendo delante de Dios los errores de los hombres para moverle a la ira y acabar con ellos. Pero Dios no cede a esa pretensión, sigue derrochando misericordia con los hombres, aunque no se lo agradezcamos.
Espero que cuando llegue el fin del tiempo Dios tenga misericordia de mi y me lleve a su reino. De o que estoy convencido es que nadie pedirá explicaciones pues ya las tenemos (“os aseguro que cada vez que no hicisteis esto con uno de mis pequeños, conmigo tampoco lo hicisteis”). Por parte de Dios la respuesta será su misericordia y nos daremos cuenta de todos los porqués sin sentido que le elevamos durante nuestra vida. Por parte del Diablo la respuesta será sólo una carcajada, el desprecio y el vacío, y nos quedaremos eternamente reconcomiendonos por nuestra estupidez, pero no le pediremos motivos por los que sembró cizaña en el campo que Dios había sembrado en nosotros (y con Dios nos enfadamos por haber plantado trigo en vez de alfalfa).
Cuanta gente desconfía de Dios, se aleja de Él y se lanza en brazos del tentador. Es curioso que nos alejemos de Aquel que se acerca a los hombres hasta encarnarse y nos acerquemos a aquel que quiere alejarnos de lo que somos. Nunca lo entenderé, nunca me entenderé. Cuando analizamos el pecado con frialdad nos damos cuenta que es sólo vacío, promesas vacuas y su fruto es la tristeza y la soledad. Sin embargo nos lo imaginamos como fuente de alegría, de humanidad y de libertad. ¡Qué buena campaña de marketing se ha hecho Satanás! Y no tiene departamento de reclamaciones, cuando nos encontremos que hemos comprado aire sólo podremos contentarnos con el pataleo.
La Virgen tenía esa claridad de juicio para descubrir que sólo Dios da sentido a la vida, y se lanzó en sus brazos. Unidos a ella no nos separemos nunca del Señor que nos reserva tan buen destino: “ Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.” Como Marta tenemos que buscar escoger la mejor parte.