Me estoy malacostumbrando. Las tres Misas que celebro a día están llenas a rebosar, hasta hay gente en la calle. Es cierto que en mi “solución habitacional” sólo caben once sentados, pero se llena. Espero que dentro de un mes tengamos algo bastante más grande (¡Dios dirá!), pero de momento sigo con nuestra caseta. A muchos curas que la ven les hace gracia, una cosa tan absurda, pero hay se queda. Me regañan por celebrar tres Misas diarias (siempre que no sean mas), pero nadie se ofrece para ayudarme. Ya aprendo que existen eso de los días libres, los compromisos y demás asuntos que no me puedo permitir, pero que a veces te surgen. Conozco a otros sacerdotes que les pasa igual, pasan años sin vacaciones ni días libres, pero son felices.. Otros luchan por sus treinta días, pero creo que eso no les da a felicidad (aunque no les quita un ápice de santidad). En el fondo cada uno somos cada uno y ya hacemos bastante ¿o no?.
«Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano» Sacar defectos a los demás es algo habitual, lo vemos y oímos en tantos medios de comunicación. Todo el mundo se pone verde. Lo que llamamos la “corrección fraterna” nos parece como un “plus.” Yo voy a conseguir mi santidad y el otro que haga lo que pueda, que ha tenido las mismas oportunidades que yo. Eso sería estupendo si esto fuera una competición y el que llega primero gana. Pero Dios no organiza olimpiadas. Cuando ves algo malo en tu esposo, esposa, hijo, vecino, padre, amigo,… lo fácil es callárselo, nos podemos justificar con que nosotros seríamos peores o en que son así de naturaleza; con eso guardaríamos un grato silencio y la vida le enseñará a comportarse.Eso sería estupendo si Dios no existiese, cada uno a sus uñas.
Pero Dios existe, juzgará en misericordia cada una de nuestras vidas, luego ¿puedo callarme? Si cuando ves algo malo en tu esposo, esposa, hijo, vecino, padre, amigo,… hasta en un desconocido y te callas, estás transigiendo con que se aleje de Dios y se condene. ¡Pero lo hace todo el mundo!. Dios no te va a pedir cuentas por todo el mundo, te pedirá cuenta por tu vida. Dicen que el Padre Pío confesó a una famosa artista que vivía en concubinato (que palabra tan poco frecuente y que hecho tan frecuente), con un hombre enfermo y famoso. No llamaba la atención esa relación. Pero el Padre Pío le pidió abandonar a ese hombre (aunque le hiciese desgraciado un tiempo), o “apuntase en su haber” el haberle condenado. Al final dejó de vivir con él, pero parece que no aprendemos.
Padre, Madre, Abuela, Confesor… ¿Qué prefieres? Una sonrisa de complicidad por permitir una conducta contra el Evangelio o decirle: «¡Malvado, eres reo de muerte!» y que se convierta y viva.
“ A nadie le debáis nada, más que amor;” ¿Serías feliz en cielo sin los que Dios ha puesto a tu lado para que les lleves a Él? Triste felicidad. Dar la vida es por todos, no por algunos.
Seguramente, si mi parroquia llega a estar llena de gente, vendrán muchos sacerdotes a ofrecerse a mil cosas distintas. Hoy me hace falta, mañana me dará igual ¡Señor! que nunca deje para mañana el hablar a alguien de Dios, aunque lo pierda todo. Así hizo María. ¿A quién le importa?… A Dios.