¡Ya tenemos un agujero!. Al fondo de ese agujero se ve el tubo por donde pasan los cables de la luz. Tal vez esta semana nos enganchen la electricidad. De momento el agujero sólo sirve para caerse, pero espero que antes de que cambien la hora (y a las 7 de la tarde ya sea de noche), ese milagroso invento del siglo XVIII llegue hasta nuestra solución habitacional parroquial y se pueda ver algo. De nada valdría el simple agujero, ni tender los cables si no se conectan a la fuente. Hasta que no esté todo acabado y la empresa empiece a distribuir la energía eléctrica podríamos pasarnos media vida dando al interruptor que lo máximo que conseguiríamos sería agujetas en los dedos.
“ Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro (…) A mi, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.” La distribución de la gracia es como la energía eléctrica de las instalaciones de las casas, no es acumulable. Cuando das al interruptor se enciende la luz, no se puede guardar (a no ser que tengas un acumulador), para más tarde o por si hay un apagón. La gracia que Dios da y los dones del Espíritu Santo tampoco son para guardarlos para una ocasión de necesidad, tienen que aprovecharse en el momento. San Pablo podría decir “¡Ay de mi si no evangelizara!” y “No dejéis caer en saco roto la gracia de Dios”. A él se le había dado la gracia de anunciar a los gentiles el evangelio y tenía que hacerlo en ese momento, no esperar a que cambiase el Cesar en Roma. También nosotros, según la gracia que hemos recibido, tenemos que vivirla ahora y no esperar a la jubilación.
“El Señor le respondió: -« ¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. (…) Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”. Es muy fácil dejar pasar la gracia de Dios. Tal vez las pasiones, un momento de bajón, las preocupaciones de cada día o lo que sea, hagan que nos olvidemos de mirar nuestra vida y agradecer y poner en juego la gracia que Dios nos está dando y entonces pensando que “mi amo tarde en llegar” pensemos que Dios nos ayuda.
Si hace falta cada día un pequeño examen de conciencia para descubrir qué hemos hecho bien, qué hemos hecho mal y qué podríamos hacer mejor; también nos haría falta un examen para descubrir los dones que Dios nos ha dado en ese día y si los hemos aprovechado. Cuando lleguemos delante de Dios y nos presente la cantidad de gracia que nos ha dado en nuestra vida y lo mucho que hemos desperdiciado no podremos menos que sentir vergüenza.
La Virgen aprovechó cada momento la gracia del Señor, por eso la llamamos con razón “La llena de Gracia”. Que ella nos enseñe a descubrir y aprovechar cada uno de los dones de Dios.
Aún no ha amanecido, llueve, han bajado las temperaturas y en la caseta seguimos sin luz. Espero que no se mojen demasiado los feligreses que vengan ahora a Misa. Pero la Misa bien vale un chaparrón.