Para bien o para mal, esta noche a las 3, serán las 2. Aún me acuerdo de un sacerdote sudamericano que, desconociendo esta práctica, llegó tarde a todas las Misas del domingo y encima se enfadó conmigo. Al menos a partir del lunes tendremos algo de luz en la primera Misa de la mañana, aunque por la tarde me olvidaré de llevarme un libro a la parroquia hasta que tengamos luz eléctrica. No sé si se ahorra tanto dinero con esta práctica de cambiar la hora dos veces al año, lo que te das cuenta es que hay mucho convencionalismo. A partir de mañana cuando digamos con apuro: ¡Ya son las tres!; querremos decir que ayer eran las dos, y no estábamos tan preocupados. Cuando el tiempo depende de las manecillas de un reloj, se puede cambiar. Pero nuestro tiempo no depende girar una ruedecilla o apretar unos botones, tenemos el tiempo que tenemos y el que la misericordia de Dios nos quiera conceder. Muchas veces he oído en los cementerios: “Dios siempre se lleva a los buenos”. No es verdad, creo que hasta el momento se mueren los malos y los buenos, y cuando queramos preguntar por qué un tiempo u otro, nos dará igual la respuesta.
“En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: _«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo.” Para los judíos esa muerte indigna había sido un castigo. Habían muerto impuros, luego no llegarían a gozar de Dios. Muchos siguen viendo la muerte como una maldición. Un mal menos sería la eternidad con Dios, pero lo bueno es estar en esta vida, que más o menos conocemos. No les consuela la inmortalidad pues no confían en Dios. Pero ¿Qué sería una vida sin Dios?
«Uno tenla una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: «Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: «Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas.»» El otro día celebramos la Misa de ángeles por Jacobo, de cinco meses. Dentro de unos días la Misa de funeral por una señora de 98 años. ¿Por qué el Señor les cambia la hora a unos tanto y a otros tan poco? Sinceramente no lo sé, creo que entra dentro del misterio de Dios y que sólo comprenderemos cuando le veamos tal cual es. “Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para construcción de si mismo en el amor.” De lo que sí estoy seguro es que Dios ha dado las suficientes gracias en cinco meses o en 98 años para que puedan gozar los dos de la presencia de Dios. Comprendo el dolor, tan distinto, de unos y de otros, pero estoy seguro que en la eternidad -por la misericordia de Dios-, ese dolor se volverá alegría y el tiempo de espera un segundo. Tengo la convicción de que Dios no castiga, se entrega totalmente por todos -tengan la edad que tengan-, y all-i nos encontraremos, formando parte del Cuerpo glorioso de Cristo.
Este lunes alas 7:45 no tendré que encender la linterna para ver en Misa, espero que nos ilumine el sol. Así es la Virgen, podemos dar mil razones artificiales para entender los tiempos de Dios, pero ella derrocha su luz (reflejo de la de su Hijo), para que nos inunde la claridad de la misericordia de Dios, con los pequeños y los grandes.