Comentario Pastoral
REALEZA CRISTIANA

La señoría de Dios sobre el universo contiene muy sintéticamente estas tres afirmaciones: la trascendencia absoluta de Dios, que no es objeto manipulable por los hombres; su inmanencia o presencia en la creación y en la historia, que nosotros llamamos salvífica; el sentido escatológico de la realidad, delineado por Dios según un proyecto unitario.

Es evidente que la cultura contemporánea, fuertermente antropocéntrica, no favorece la celebración de esta solemnidad, ya que desde instancias diferentes se predica el silencio de Dios o el absurdo de un mundo sin esperanza, lleno de dolores y crímenes.

El creyente es invitado hoy a recuperar el sentido profundo de la historia y de la materia a través de la revelación que se nos parece de Dios como «pastor% que da su vida por el rebaño, y que, al final de los tiempos, actuará como juez que separará Ias ovejas de las cabras».

En el solemne escenario en que el evangelista Mateo sitúa el juicio final, que será un examen total sobre el amor al prójimo, Dios se identifica y encarna en los pobres, en los hambrientos, en los forasteros, en los enfermos, en los encarcelados. El discípulo de Jesús lo sabe y actúa consecuentemerite, conformando su vida a las exigencias del Reino. En el amor gratuito y universal hacia los más pequeños y pobres se vive la relación vital, con Cristo, que es lo más especifico de la fe cristiana. Los actos de amor durante la existencia terrena son garantía de vida eterna.

Contra los desequilibrios devocionales, por encima de las supersticiones, frente a una creencia teórica y desencarnada, hay que buscar siempre la autenticidad de la fe en la centralidad del ministerio de Cristo celebrado en la liturgia, en la aceptación del evangelio, en el bien obrar.

La clausura del año litúrgico se hace patente en esta solemnidad de Cristo Rey, que es semejante a un ábside dominado por la figura del Pantocrator. Delante de su mirada somos invitados a hacer un balance de nuestra existencia, a un examen de nuestras miserias y de nuestros esplendores, a un juicio sobre nuestras obras o nuestras omisiones.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno
Consagraste Sacerdote eterno y Rey de Universo a tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, ungiéndolo con óleo de alegría,

para que ofreciéndose a sí mismo, como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la redención humana,
y, sometiendo a su poder la creación entera, entregara a tu majestad infinita un reino eterno y universal:
el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia,
el reino de la justicia, el amor y la paz.



Prefacio


Palabra de Dios:

Ezequiel 34, 11-12. 15-17

Sal 22, 1-2a. 2b-3. 5. 6

san Pablo a los Corintios 15, 20-26. 28

san Mateo 25, 31-46

Comprender la Palabra

Este último Domingo del Año Cristiano lleva el título de Solemnidad de Cristo Rey, instituí da por el Papa Pío XI para conjurar el Secularismo (laicismo) en el mundo occidental.
En el encabezamiento de la Parábola del Evangelio contemporáneo la figura de Cristo ‘y a todos sus ángeles con Él, sentado en el Trono de su Gloria».
También en la 2ª Lectura el Apóstol nos presenta a Jesucristo en la majestad de su gloria. «Cristo -Nos dice- tiene que reinar, hasta que Dios haga de sus enemigos (personajes, ideologías) estrado de sus pies … al final -sigue diciendo el Apóstol-, cuando todo esté sometido, también el Hijo se someterá al Padre». Esta última expresión ¿qué quiere decir? ¿que Cristo abdicará de su condición de Rey? -En absoluto. El Apóstol quiere decir que, cuando llegue la Plenitud, Dios resplandecerá con su poder misericordioso en Jesucristo, en su Humanidad Gloriosa. Como rezamos en el Credo, «su reino (de Cristo) no tendrá fin». y así «Dios lo será todo para todos».
La Parábola del Evangelio, llamada del Juicio Final, lo es sólo al comienzo de la misma, en la comparación que se hace con «el pastor», que «separa las ovejas de las cabras». Esta expresión parabólica evoca la alegoría de Dios-Pastor del Libro del Profeta Ezequiel (lª Lectura). Interesa, sobre todo, la última frase: «He aquí que voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío». Pero todo lo que sigue a continuación, en la Lectura Evangélica: descripción del Juicio Final, se hace en lenguaje directo. Entonces la incipiente Parábola se torna Anuncio Profético. No obstante, la· grandiosidad del espectáculo (el Juicio de las naciones), la solemnidad de la sentencia, impresiona vivamente. Recordemos a propósito las grandes representaciones pictóricas murales del Juicio Final.
En la descripción reiterada de las obras de misericordia es importante observar la identificación, que Cristo nos revela con el prójimo necesitado: »A Mí me lo hicisteis … no lo hicisteis conmigo». Cabe hablar del pobre, del necesitado, como sacramento de Cristo; en él transparece Cristo-Pobre …

Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

El Papa en Sydney


Caminad cada día en la luz de Cristo mediante la fidelidad a la oración personal y litúrgica, alimentados por la meditación de la Palabra inspirada por Dios.
Por tanto, que la plegaria y la meditación de la Palabra de Dios sean lámpara que ilumina, purifica y guía vuestros pasos en el camino que os ha indicado el Señor. Haced de la celebración diaria de la Eucaristía el centro de vuestra vida. En cada Misa, cuando el Cuerpo y la Sangre del Señor sean alzados al final de la liturgia eucarística, elevad vuestro corazón y vuestra vida por Cristo, con Él y Él, en la unidad del Espíritu Santo, corno sacrificio amoroso a Dios nuestro Padre.


Benedicto XVI

Santa Misa con los Obispos australianos,
seminaristas, novicios y novicias. 19 julio 2008

celebrar mejor


Jesucristo, Rey del Universo

Pío XI, haciéndose eco de múltiples peticiones procedentes de toda cristiandad, instituyó la fiesta de Cristo Rey el 11 de diciembre de 1925, con la encíclica «Quas primas». Dos fueron las motivaciones: hacer frente al creciente laicismo del mundo moderno y promover un nuevo orden social. En la mente del Papa una fiesta específica de la realeza de Cristo sería mucho más eficaz para la formación del pueblo cristiano que un documento magisterial, y ayudaría mejor a frenar ese laicismo y a crear un orden social más humano. La Misa y el Oficio que se compusieron para esta fiesta son una proclamación de la realeza universal de Cristo. Dispuso el Papa que se celebrara el último domingo de octubre, próxima a la solemnidad de Todos los Santos, y era como el coronamiento de todos los misterios de Cristo, y como la anticipación en el tiempo de la realeza eterna que ejerce sobre los elegidos en el cielo.
La liturgia siempre ha tenido presente a Cristo como Señor y muchos textos de Adviento, Navidad, Epifanía, Pascua … expresan con vi
gor la realeza de Jesucristo. Por eso algunos liturgistas no vieron bien la creación de una fiesta específica para celebrar esta realeza.
La liturgia renovada del Vaticano Il ha mantenido la fiesta, denominándola «Jesucristo, Rey del universo”, y celebrándola el último domingo del año litúrgico, como su remate y coronamiento. Los textos contemplan la realeza de Cristo en una perspectiva distinta: no es el laicismo moderno de idea dominante sino el reinado de Jesucristo en sí mismo. Después de la primera parte de la oración colecta idéntica: «Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado», antiguamente se pedía: «dígnate conocer a todos los pueblos, desunidos por la herida del pecado, un sometimiento total a la dulce autoridad de su reino”, en cambio, ahora: “haz que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin».


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:
San Andrés Dung-Lac y compañeros mártires vietnamitas (ss.XVII-XIX, canonizados por Juan Pablo II en 1988.

Apocalipsis 14,1-3.4b-5. Llevaban grabado en la frente el nombre de Cristo y el de su Padre.

Lucas 21,1-4. Vio una viuda pobre que echaba dos reales.

Martes 3:
Santa Catalina de Alejandría (s. IV), joven noble, perseguida por ser cristiana.



Apocalipsis 14,14-19. Ha llegado la hora de la siega, pues la mies de la tierra está más que madura.

Lucas 21,5-11. No quedará piedra sobre piedra.

Miércoles 3:


Apocalipsis 15,1-4. Cantaban el cántico de Moisés y el cántico del Cordero.

Lucas 21,12-19. Todos os odiarán por causa mía, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.

Jueves 3:


Apocalipsis 18,1-2.21-23; 19,1-3a. Cayó la gran Babilonia.

Lucas 21,20-28 Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que a los gentiles les llegue su hora.


Viernes 3:

Apocalipsis 20,1-4. 11-21,2. Los muertos fueron juzgados según sus obras. Vi la nueva Jerusalén que descendía del cielo.

Lucas 21,29-33. Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios.

Sábado 3:

Apocalipsis 22,1-7. Ya no habrá más noche porque el Señor irradiará luz sobre ellos.

Lucas 21,34-36. Estad siempre despiertos, para escapar de todo lo que está por venir.