Las encuestas se hacen para manipularlas, pero siempre nos mueve el morbo de los datos. Leo ayer en una página web: “En el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (de España), realizado del 4 al 13 de junio de 2009, se incluye la siguiente pregunta: «¿Cómo se define usted en materia religiosa: católico, creyente de otra religión, no creyente o ateo?». A la misma, responde «católico» el 76,1%; «creyente de otra religión» el 2,0%; «no creyente» el 14,5%; «ateo» el 5,4% y no contesta el 2,1%.” Aunque de esos sólo van a Misa “casi todos” los domingos el 14,5%. Ya están los datos, ahora cada uno a jugar con las cifras. Sociológicamente España no ha dejado de ser católica, aunque es cierto que entre la juventud menos se declaran católicos que entre los más mayorcitos. Sinceramente los números me importan bastante poco (si lee esto mi junta económica que no hace más que buscar dinero para construir la parroquia me cuelga de la futura torre), no es la mejor iglesia la más numerosa, pero sin duda una iglesia de santos o de mártires atrae a otros, una iglesia burguesota y acomodada no atrae a nadie.
Hoy es Santiago, patrón de España. Muchos tienen el problema si es hoy de precepto o no. En la parroquia al lado de la mía creo que han dicho que no, pero el Obispado ha recordado que, “en toda la Iglesia, y concretamente en la Archidiócesis de Madrid, es solemnidad de precepto”, aunque sea día laborable. Cuando pasan estas cosas y la gente empieza a preguntar si ese día hay que ir a Misa o no, reconozco que me pongo un poco nervioso. Comprendo que ir a Misa todos los días puede ser difícil para algunos, pero ir a Misa lo justito es de almas rácanas. “Pedro y los apóstoles replicaron: -«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.” Los apóstoles no se plantean si hay que dar la vida o no. No hacen una reunión por grupos para decidir hasta donde llega la entrega. El que ama, ama hasta las últimas consecuencias, hasta el final, sin guardarse nada para sí. No estamos en tiempo para hacer lo justito, nunca lo ha sido. Todos estamos llamados a beber el cáliz de Cristo. “Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros”. No es de recibo ser un cristiano de fin de semana, vivir un amor a trompicones. Mientras haya alguien que no crea dar la vida es poco para dar testimonio de Cristo. “Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios”.
El Señor cuenta con nuestra fragilidad, con nuestros miedos, con nuestro ser “vasijas de barro”, pero “esa fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.” Hoy, a ejemplo de Santiago, es un buen día para decidirse a amar más a Dios, para entregarse un poco más, para dejarnos la vida por en servicio a Dios y dar la “vida en rescate por muchos”.
Tres de cada cuatro se confiesan católicos. Si tres de cada cuatro se dejasen la vida en servicio a los demás por amor a Dios en el mundo no habría tantas cosas por las que pedir perdón, tantos males a nuestro alrededor, tanta injusticia, tanta hambre, tantos crímenes y tantos egoísmos.
Cuatro de cada cuatro tienen por madre a la Virgen. Santiago debió sentir muy de cerca esa maternidad espiritual de María y afrontó la vida y la muerte sin miedo. Pidámosle a ella que nos ayude a dar la vida, todos los años que Dios nos conceda, dando “testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor”.