Hemos estado un día y medio desconectados, no funcionaba el WordPress ese y no se podía acceder al comentario (ni publicarlos). Pero ya estamos de vuelta. Como no pregunto no lo sé y a veces me pregunto si alguien leerá estos comentarios, si le servirán a alguien o simplemente quedarán colgados en la nube de Internet para los restos, o hasta que el servidor (o un servidor), diga basta. ¿Qué más dará? Lo importante es escribirlos con rectitud de intención, escribir para el Señor y para la Virgen, el resto es un añadido. Muy poco pueden hacer estos comentarios en la vida espiritual de alguien, pero si el Espíritu Santo se sirve de alguno de ellos para que alguien se acerque más a Dios, ¡benditos sean!.
“Moisés dijo al pueblo: -«Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado.» Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: -«Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro de tu registro.»” ¡Qué cambio ha dado Moisés! Se ofrece el solo por el pueblo. No tiene reparo en echarles en cara su conducta y hacerles beber el becerro de oro (con lo malísimos que son los metales pesados para el organismos, o al menos eso dice el Dr. House), pero al día siguiente se ofrece como expiación. Me contaban una vez de un santo sacerdote de Madrid, ya difunto, que cada noche, al cerrar la Iglesia, se quedaba un rato solo ante el sagrario pidiendo por toda su parroquia y antes de irse a cenar bendecía a todos sus feligreses. Murió mayor y “con las botas puestas”. Tal vez no pase ala historia de la Iglesia pero, sin duda, su nombre estará inscrito en el libro del Señor.
En ocasiones podemos pensar que nuestra vida es muy pequeña, muy poco importante, que poco podemos hacer para cambiar el mundo. pero la mirada de Dios es otra. “El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas”. «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.» Tal vez no aparezca nuestro nombre el el directorio de la Iglesia Católica, a lo mejor casi nadie conoce nadie conoce nuestra vida, pero para la acción de Dios eso no es importante, Él hace lo que quiere con quien quiere y muchas veces pinta el cuadro de la salvación con pinceladas imperceptibles al ojo humano, pero que forman todo el cuadro. Por eso piensa que tu vida es importante, no sólo por lo que tú haces (como en “Qé bello es vivir”), sino por lo que Dios hace por ti.
Hoy más corto el comentario. Pongámonos en manos de María y haremos de lo pequeño de cada día la gran obra de la Salvación de Dios.