Sb 2,23-3,9; Salm 33, 2-3.16-19; Lucas 17, 7-10

En el fragmento que hoy leemos del libro de la Sabiduría se nos dicen cosas importantes sobre la presencia del mal en el mundo. Empieza afirmando que “Dios creó al hombre incorruptible«. Recuerda lo que enseña el Génesis, que el Señor después de crear al hombre y a la mujer vio que era muy bueno todo lo que había hecho. Hay una proposición que siempre debe guardarse. Dice que Dios no es causa directa ni indirecta del mal. Esto siempre ha de sostenerse. Ciertamente el mal nos afecta pero Dios no es la razón de su existencia.

Se señala también aquí, aludiendo al relato del primer pecado, que “por envidia del diablo entró la muerte en el mundo”. El diablo, descontento con la suerte que le tocaba después de haberse puesto contra Dios, parece insinuarse, tentó al hombre para que este no pudiera ser feliz. A los ángeles no podía tentarlos, así que fue a unas criaturas inferiores a él por naturaleza pero llamadas a ser plenamente felices. Como consecuencia del pecado entra la muerte en el mundo.

Pero aquí el texto alude a un doble sentido de la muerte. Está la física, que nos afecta a todos y que es como la culminación del sufrimiento. Sin embargo aquí se habla de otra muerte, que es la eterna. Por ello se señala que hay quienes experimentan la muerte refiriéndose a los que siguen el camino del diablo. Es decir, aquellos que viven en el pecado. En cambio hay otros que también sufren la muerte física, pero no la eterna. Estos son los justos.

El libro de la Sabiduría nos invita a mirar más en profundidad la vida de las personas. Quienes han vivido en este mundo intentando cumplir la voluntad de Dios no tienen el mismo fin que aquellos que se le han opuesto. Aparentemente a todos les sucede lo mismo pero no es así. Para estos, señala el texto, el sufrimiento ha tenido el carácter de una prueba. A través de él han podido mostrar su fidelidad al Señor; es decir, han perseverado en el amor.

Siempre hay que intentar evitar el mal, el dolor, el sufrimiento. A veces, sin embargo, no podemos apartarnos de él sin ofender a Dios. O también puede suceder que sea necesario pasar por alguna tribulación en aras a un bien más grande. Lo que en abstracto cuesta de ver se descubre en la vida. En la medida en que buscamos vivir en unión con Dios se van iluminando los acontecimientos de nuestra vida. Sabemos que Jesús también está con nosotros en el sufrimiento y que, el verdadero mal, que destruye totalmente al hombre, es el pecado. Los otros males son consecuencia de este. Causan dolor, pero para el justo suponen una oportunidad.