Comentario Pastoral
EXIGENCIAS DEL REINO DE CRISTO

¡Qué significa celebrar hoya un Cristo Rey. vivo. interpelante, que dirige, gobierna y ! potencia todos los momentos de la vida? ¿Cómo se puede entender en lenguaje actual el Reino de Dios?
Para muchos hablar de Cristo Rey es casi hablar de algo superado desde el compromiso de la fe. Desde las coordenadas de la actual sociología laica, «Cristo Rey» es noticia intrascendente, pues no se admite ni se da valor a un reino que no es político, ni entra en conflicto con los valores y exigencias de los reinos mundanos.
Por otra parte, es relativamente fácil aclamar a Cristo Rey en un domingo de Ramos, en una procesión, en un momento de euforia espiritual. Pero resulta más difícil creer en un Cristo. presente e influyente en la vida de todos los días, en un Cristo que compromete y cambia la existencia del hombre, en un Cristo exigente que pide fidelidad a los valores permanentes del evangelio. Existe también una gran contradicción: hacer mundano el reino de Cristo, que no es de este mundo. y salta la enorme tentación de confundir el poder económico, político y social con el poder de Dios. Y pueden gastarse demasiadas fuerzas y empeños en influir en las situaciones de este mundo para hacer presente el reino de Dios. Cristo no reinó desde los sitios privilegiados ni desde los puestos de influencia. Cristo reinó en el servicio, la entrega y la humildad, en el compromiso con los necesitados y con los desgraciados, con los pecadores y las mujeres de la vida, con los que estaban marginados en la sociedad de entonces: ciegos, leprosos, viudas…
Y sin embargo los cristianos pretendemos hacer un reino de Dios a nuestro gusto y medida; y deseamos construir un pequeño reino «taifa», en el que se nos dé incienso, adoración y admiración. Es un engaño terrible, fruto del egoísmo humano. Cristo fue y es Rey por ser testigo de la verdad y del amor sin límites. Y nuestra vida está cargada de mentiras y desamores. Es preciso el cambio y la conversión. Vivir en cristiano es descubrir las exigencias y maravillas del reino de Dios con entrega total y confiada.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
«Incluso puede ser que el Reino de Dios signifique Cristo en personas, al cual llamamos con nuestras voces todos los días y de quien queremos apresurar su advenimiento por nuestra espera. Como es nuestra Resurrección porque resucitamos en El, puede ser también el Reino de Dios porque en El reinaremos».

San Cipriano, Dom. orat. 13


Palabra de Dios:

Daniel 7, 13-14

Sal 92, lab. lc-2. 5

Apocalipsis 1,5-8

san Juan 18, 33b-37

Comprender la Palabra

La solemnidad de Cristo Rey fue instituida el año 1925 por el Papa Pío XI para conjurar el peligro, sobre todo en el Occidente Europeo, del Laicismo -el mismo que hoy padecemos-, que el Concilio Vaticano II designó con el nombre de «Secularismo» (en contraste con la sana Secularización). El hombre, en su constante tentación de desplazar a Dios, a Dios en Cristo, para ocupar su lugar (recordemos la escena del paraíso terrenal), llega hasta el extremo de no pronunciar su Nombre jamás, para que sea borrado de toda conciencia humana. Llega hasta el ridículo de condenar el Magisterio del Papa, Símbolo de Cristo Cabeza en su más alta representación en la Iglesia Universal.

Pío XI fijó la celebración de esta Solemnidad en el último Domingo de Octubre, próximo a la Solemnidad de Todos los Santos. Sin embargo en la reforma posconciliar del Vaticano II se trasladó con buen sentido al último Domingo del ciclo (círculo) del Año Cristiano como el momento culminante.

En el ciclo B escuchamos la afirmación solemne de Cristo: «Yo soy Rey», respuesta a la insistente pregunta de Poncio Pilato. Impresiona la lectura del diálogo, frente a frente, de Jesucristo, Juez inexorable, ante cuyo Tribunal compareció-comparecerá Pilato, y el que entonces ejercía el cargo de Gobernador-Juez, que juzga a Cristo y le condena, al parecer bien a su pesar, impresionado por la personalidad de Jesús. Sin duda el Señor le habrá tratado, no obstante su cobardía, con misericordia divina.

La afirmación de la realeza de Cristo tiene su fundamento en el Antiguo Testamento. El Profeta Daniel (la Lectura) contempla, en su Visión, al Hijo del Hombre, que se acerca en la nube el Anciano Venerable (Dios Eterno) y de quien recibe el Reino, que no acabará. Es el futuro Mesías Cristo y, cuyo Reino no tendrá fin -rezamos en el Credo-. San Juan, en su Apocalipsis, tiene presente la Visión de Daniel al presentarnos a Cristo Rey (2aLectura).

El Reino de Cristo «no es de este mundo», «no es de aquí». Su Reino-Servicio consiste en «dar testimonio de la Verdad», es decir, transparentar en sí mismo la única realidad del Dios Vivo y la única realidad del hombre perfecto, según el proyecto de Dios.


Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

La celebración eucarística acto de Cristo y de la Iglesia


Aunque en algunas ocasiones no es posible la presencia y la activa participación de los fieles, cosas ambas que manifiestan mejor que ninguna otra la naturaleza eclesial de la acción litúrgica, sin embargo, la celebración eucarística no pierde por ello su eficacia y dignidad, ya que es un acto de Cristo y de la Iglesia, en la que el sacerdote cumple su principal ministerio y obra siempre por la salvación del pueblo.

Se le recomienda oir eso, que celebre el sacrificio eucarístico, incluso diariamente, en cuanto sea posible.


(Ordenación General del Misal Romano, 19)

celebrar mejor


Jesucristo, Rey del Universo

Pío XI, haciéndose eco de múltiples peticiones procedentes de toda la cristiandad, instituyó la fiesta de Cristo Rey el 11 de diciembre de 1925, con la encíclica «Quas primas». Dos fueron las motivaciones: hacer frente al creciente laicismo del mundo moderno y promover un nuevo orden social. En la mente del Papa una fiesta específica de la realeza de Cristo sería mucho más eficaz para]a formación del pueblo cristiano que un documento magisterial, y ayudaría mejor a frenar ese laicismo y a crear un orden social más humano. La Misa y el Oficio que se compusieron para esta fiesta son una proclamación de la realeza universal de Cristo. Dispuso el Papa que se celebrara el último domingo de octubre, próxima a la solemnidad de Todos los Santos, y era como el coronamiento de todos los misterios de Cristo, y como la anticipación en el tiempo de la realeza eterna que ejerce sobre los elegidos en el cielo.
La liturgia siempre ha tenido presente a Cristo como Señor, y muchos textos de Adviento, Navidad, Epifanía, Pascua… expresan con vigor la realeza de Jesucristo. Por eso algunos liturgistas no vieron bien la creación de una fiesta específica para celebrar esta realeza.
La liturgia renovada del Vaticano II ha mantenido la fiesta, denominándola «Jesucristo, Rey del universo», y celebrándola el último domingo del año litúrgico, como su remate y coronamiento. Los textos contemplan la realeza de Cristo en una perspectiva distinta: no es el laicismo moderno la idea dominante sino el reinado de Jesucristo en sí mismo. Después de 1a primera parte de la oración colecta idéntica: «Dios todopoderoso y eterno que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado», antiguamente se pedía: “Dígnate conocer a todos los pueblos desunidos por la herida del pecado, un sometimiento total a la dulce autoridad de su reino», en cambio, ahora: «haz que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin».


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:


Daniel 1,1-6.8.20. No se encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías.

Lucas 21,1-4. Vio una viuda pobre que echaba dos reales.

Martes 3:
San Andrés Dung-Lac y compañeros, 117 mártires vietnamitas (s. XVIII-XIX), canonizados por Juan Pablo II en 1988.

Daniel 2,31-45. Dios suscitará un reino que nunca será destruído, sino que acabará con los demás reinos.

Lucas 21,5-11. No quedará piedra sobre piedra.

Miércoles 3:

Daniel 5,1-6.13-14.16-17.23-28. Aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo.

Lucas 21,12-19. Todos os odiarán por causa mía, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.

Jueves 3:


Daniel 6,12-28. Dios envío su ángel a cerrar las fauces de los leones.

Lucas 21,20-28. Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.

Viernes 3:

Daniel 7,2-14. Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre.

Lucas 21,29-33. Cuando veáis que suceden estas cosas, sabe que está cerca el Reino de Dios.

Sábado 3:

Daniel 7,15-27. El poder real y el dominio será entregado al pueblo de los santos del Altísimo.

Lucas 21,34-36. Estad siempre despiertos, para escapar de todo lo que está por venir.