Acabo de llegar del centro de reclusión de menores. Hoy he tenido que hablar con unos cuantos, además de la catequesis a uno que se va a bautizar y otro que se quiere confirmar. Cada día que voy puede ocurrir algo diferente, parece mentira que en un espacio tan pequeño puedan ocurrir tantas cosas. Las verdaderas “cosas” no pasan en el entorno, pasan en el corazón y la cabeza de los chavales. Como casi todas las cosas, aunque llenemos páginas web y papeles de periódico con noticias sobre el exterior, o verdaderamente importante ocurre en el interior. En el interior se gesta lo bueno y lo malo, nacen los buenos propósitos y las malas intenciones. Muchas personas ocultan su interior, no quieren compartirlo con nadie y otros lo abren para que se vea lo bueno y lo malo. Lo que no sale a la luz se pudre habitualmente o acaba siendo oscuro como su entorno. Los chavales cuando hablan les cuesta en principio enseñar su interior (los chavales y todos), pero poco a poco va saliendo y entonces son un poco más libres.
“Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Tiene un demonio. » Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores.» Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»” ¿Qué hechos dan la razón? El que para Dios no hay nada oculto que no llegue a mostrarse, nada escondido que no llegue a encontrarse. Eso no tiene que asustarnos, tiene que mostrarnos el camino a seguir. Es estúpido huir de Dios, como intentaron Adán y Eva. Los hechos son los que tenemos en el corazón. Eso sería preocupante si el corazón no tuviera sanación, pero ha sido curado en Cristo. No hay mejor cardiólogo. Pase lo que pase: “Así dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: «yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues. Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar; tu progenie sería como arena, como sus granos, los vástagos de tus entrañas; tu nombre no sería aniquilado ni destruido ante mí.»”
Pero parece que esta generación no da demasiado valor a los hechos. Somos capaces de decir una cosa, a la semana la contraria, encontrar la síntesis pera descubrir la antítesis unos días después. Nos dejamos arrastrar por una corriente u otra, a veces mala o buena, depende el día. Hoy nos preocupa muchísimo un asunto y mañana otro y hemos olvidado el de ayer. Dios, Cristo, la Iglesia…, hoy pensamos una cosa y mañana otra, según nos venga. No hay más que darse una vuelta por los blogs que cuando tratan algún tema religioso se ve toda la gama de opiniones (o exabruptos) que se lanzan. Nunca está todo el mundo contento, y es que la Iglesia trata de la gran variedad de la conciencia de los hombres, de sus inquietudes más profundas, de sus verdaderas preocupaciones y esperanzas. Y hay tantos que no quieren tener inquietudes, preocupaciones o esperanzas.
Pero nosotros anunciamos a Cristo que viene. No tenemos una esperanza vana, no dejamos vacío al hombre pues lo llena la gracia del Espíritu Santo, no desechamos a ningún hombre ni ninguna inquietud, pues ahí también nos habla Dios.
No dejes tu alma a oscuras, busca un buen confesor o un buen director espiritual, que te ayude a descubrir las maravillas que Dios está haciendo en ti. La Virgen mostraba su alma y el ella toda la grandeza del Señor pues no había nada oculto en ella. Procura tu lo mismo. Me voy al confesionario.