Santos: Bisancio, Eusebio, mártires; Casiano, Gregorio de Narek, confesores; Dositeo, eremita; Román, abad; Augusto de Chapdelaine, sacerdote mártir de China, de las Misiones Exteriores de París.

Nació en La Rochelle (Manche) francesa en 1814. Perteneciendo a la diócesis de Coutances, recibió el Orden Sacerdotal en 1843. En 1851 ingresó en el Instituto de las Misiones Extranjeras de París y en 1852 embarcó para China.

Llegó a Kuang-Si a finales de 1854 y allí fundó una comunidad cristiana que a su muerte contaba con varios centenares de cristianos.

Por sus cartas se sabe que esperaba como la cosa más natural del mundo su muerte al estilo de los mártires. En esos escritos aparece con una serenidad fuera de lo común, apoyada solo en lo sobrenatural y con una perseverancia heroica.

Varias veces fue apresado y encarcelado y otras tantas puesto en libertad. Es más, mientras estaba prisionero, solía entrar y salir de la prisión, según el buen humor de los funcionarios locales, yendo y viniendo a atender a sus fieles con los sacramentos y la predicación.

Hasta que un día de 1856, uno de los jefes lo condenó a muerte enjaulado después de torturarlo con el refinamiento reservado a los criminales. Como al día siguiente aún respiraba, lo mandó decapitar y colgar su cabeza de las ramas de un árbol gigante.

Los niños se peleaban entre ellos para tirarle piedras hasta conseguir caerla.

Y esto, sin más precisión, sucedió en los últimos días de febrero.