Hoy escribo el comentario el día antes, así no lo cuelgo tan tarde. Tal vez mañana esté deprimido y llorando por las esquinas. Dentro de un rato iré a una Misa y una cena con los antiguos compañeros del colegio, que hace 25 años que terminamos.

A la mayoría no les he vuelto a ver en todos estos años. Como el 83% no estén calvos y gorditos como yo, sino que tengan todo el pelo y se dediquen a hacer paddel los fines de semana, entraré en depresión. Ya os contaré. La verdad es que tenemos la tendencia a pensar que todo tiene que ser como nuestro pequeño mundo, pero la realidades mucho más amplia que nosotros. Cada vida ha seguido su camino y se ha ido realizando. Pero en ocasiones pensamos (o vivimos como si lo pensásemos), que nuestro mundo es el único existente y la realidad tiene que amoldarse a nosotros.

“Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: -« ¿No está escrito: “Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos” Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.» Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él.” Cada vez que leo o escucho un caso de algún sacerdote que ha sido infiel a su ministerio, por muy lejos que sea, me da una pena enorme. Convertimos la casa de Dios en una casa de bandidos. No sé qué pasará por la cabeza y el corazón de los que hacen verdaderas atrocidades. Comprendo muy bien la debilidad humana y la mía propia. Pero cuando cada día tengo entre mis manos indignas al Señor en la Eucaristía, cuando contemplas a unos centímetros la debilidad del Todopoderoso me comprometo a cambiar de vida. Los sacerdotes sólo somos un canal para la gracia de Dios, pero ese canal no puede ni enfangarse ni obstruirse. “Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios. El que toma la palabra, que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén” Por eso me cuesta entender a un sacerdote que celebra a diario la Santa Misa y traiciona gravemente su sacerdocio. Le pido a Dios por mi y por todos los sacerdotes, para que nunca nos creamos seguros, ni superhombres, ni dueños de nada. Que nunca pensemos que todos tenemos que ser calvos y gorditos, y que el que más o el que menos es un pecador como yo. Que jamás nos escudemos en los pecados de otros para justificar el nuestro y nunca trasmitamos el pesimismo de tantos que han desesperado de Dios. Sólo somos administradores y tenemos que hacer de la Iglesia casa de oración, y nosotros ser moderados y sobrios, para poder orar.

Un cristiano y un sacerdote no puede ser sólo hojarasca como la higuera que maldice Jesús. No era tiempo de higos, pero estaba delante de su creador, ya podría haber hecho un esfuerzo la pobre. Tal vez pensemos que ahora no son buenos tiempos para la piedad, que bastante tenemos con resistir. pero cuando tenemos a Jesús en las manos y en nuestro interior da igual que los tiempos sean malos o malísimos. Tenemos que dar fruto, rezar más, pedir más, ofrecernos más. se puede pensar que todo es un asco, siempre que no pienses en el Sagrario. Pero si pones a Jesús en medio de tu vida, Él expulsará a los que quieren que tu vida sea un desastre, juzgará a los que malogremos el don recibido y pondrá a cada uno en su sitio.

Que nuestra Madre la Virgen, Madre de los sacerdotes, nos ayude a todos en su Iglesia a trasparentar a Cristo.