Esto es como la crónica de una muerte anunciada. Sé que voy a tener un problema y sólo quedan siete días para que empiece. No puedo evitarlo, no depende de mi, pero tendré que afrontarlo con dignidad. El problema es el siguiente: Durante este último año he confesado a mucha gente y todo tipo de pecados: asesinos, violadores, adúlteros, obsesos, mentirosos, estafadores, perezosos, manipuladores, soberbios, vanidoso, orgullosos, ególatras, alcohólicos, iracundos…, y desde que empezó el año sacerdotal les he puesto a todos la misma penitencia: un avemaría y un padrenuestro por los sacerdotes, en especial por el Papa. Sé que no es justo tratar igual a un asesino que a alguien que se le olvida rezar todos los días, pero ponía a todos la misma penitencia. La semana que viene, el día del Sagrado Corazón se terminará el año sacerdotal y tendré que pensar penitencias de acorde con los pecados de cada uno, y eso es agotador. Gracias a Dios no es un problema irresoluble, ni tan siquiera trascendente para el tejido social (que se dice ahora), simplemente significará más imaginación.

“La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.” Siempre me ha dado un poco de envidia esa gente. Estuvieron escuchando predicar e interpretar la Palabra de Dios al que era la misma Palabra encarnada. Y Jesús cuando interpreta la Sagrada Escritura no lo hace con grandes discursos, enormes argumentaciones, cientos de razones a favor y en contra. Lo suele hacer con unas sencillas frases, certeras y breves, que desvelan que para entender la Palabra de Dios no hay que romperse la cabeza, simplemente escuchar. Tampoco las largas penitencias impuestas nos hacen mejores, sencillamente aumentan las posibilidades de que no las cumplamos. Un padrenuestro rezado despacio y con atención puede cambiarnos completamente la vida. Pero al igual que no se trataba solo de escuchar con agrado a Jesús, sino que había que poner en vida lo que escuchaban, la confesión se pone en acto con el arrepentimiento y cambio de vida, ayudado por la gracia de Dios que recibimos. “Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena.”

Nos queda una semana de año dedicado a los sacerdotes. Muchos mirarán a los temas de pederastia y situaciones parecidas y escandalosas. Pero también hay que ir haciendo recapitulación de lo que realmente está significando esta año sacerdotal: “Tú seguiste paso a paso mi doctrina y mi conducta, mis planes, fe y paciencia, mi amor fraterno y mi aguante en las persecuciones y sufrimientos, como aquellos que me ocurrieron en Antioquia, Iconio y Listra.¡Qué persecuciones padecí! Pero de todas me libró el Señor.” Miles de sacerdotes fieles a su vocación que hemos querido rejuvenecer el don recibido, muchísimas horas de oración de religiosas y fieles ante Jesús Sacerdote Eucaristía, que han estado pidiendo por los sacerdotes de todo el mundo, cientos de jóvenes a los que se les ha propuesto servir a Dios y a la Iglesia en el sacerdocio con alegría y muchísimas iniciativas estupendas que han revitalizado y promovido la vida entregada, autentica y muchas veces escondida de la vida de los sacerdotes. No podré estar la semana físicamente en Roma, no me da la vida para más, pero espero que mi Obispo no me ponga mucha penitencia.

En esta semana todavía se pueden hacer muchas cosas y elevar muchas oraciones a la Virgen María, madre de los sacerdotes, para que sigamos siendo fieles y alegres. Y ojalá todos los problemas de los sacerdotes sean el pensar la penitencia que vamos a poner.