La verdad es que pensé el título de este comentario antes de saber las lecturas, algo tendrían que ver con los ángeles, pero no las había leído. Pero es que yo voy a hacer huelga, pero huelga huelga. No esas huelgas que luego trabajan manifestándose, o haciendo piquetes de esos, o escribiendo sobre la huelga. Incluso esto lo escribo dos días antes. Y haré huelga no por un motivo de protesta laboral ni por un espíritu revolucionario escondido. Hoy no haré casi nada porque estaré saliendo del hospital después de haberme operado de una de las cuerdas vocales… y no podré hablar. Así que esta tarde concelebradornaré en Misa de mi parroquia y luego a practicar el lenguaje de los signos. No sé cuántos días me tendrán callado (escribir sí podré), pero tendré que obedecer a los médicos. Un cura mudo es un chollo, se pondrá de moda pronto en todas las parroquias. Puedes contarle tu vida sin que te interrumpa, confesarte sin que te pongan penitencia (a no ser que te golpee) y en Misa no se enrolla y mira mal al celebrante principal si lo hace. Total, todo son ventajas, y encima debería pedir a los sindicatos que me pagasen el sueldo de hoy y pasar a ser un “cura liberao”. Paseando mucho y haciendo poco.

“Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes.” Hoy celebramos a los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Reciben su nombre de la misión que tienen, luego un ángel en paro o en huelga se quedaría sin nombre. Sé que la realidad de los ángeles les chirría a muchas personas que, cuanto más creen saber de teología menos saben del amor. Peor la realidad de los ángeles, y con especial cariño de estos tres arcángeles que aparecen en la Sagrada Escritura con nombre y sin apellidos, nos ayuda a descentrarnos de nosotros mismos, de creernos el ombligo del mundo.

Cuánta gente está dando vueltas a la vida extraterrestre y luego se niega a creer que Dios puede crear a quien quiera. Pensar que unos seres espirituales, con un conocimiento y una voluntad muy superior a nosotros y que se dediquen a servir a Dios nos tiene que animar a servirle también nosotros. La alegría de Gabriel al anunciar la encarnación, la solicitud de Rafael con Tobías, la fortaleza de Miguel frente al enemigo nos mueve a servir a Dios como Dios quiere ser servido y descubrir nuestra alegría.

En la vida siempre vamos a ser servidores, nos guste o no. Podemos servir a nuestras pasiones, a nuestros pecados, a nuestro orgullo o a Dios. En unos encontramos el vacío y la tristeza, sólo en Dios encontramos la alegría.

Los ángeles no hacen huelga. Nadie debería hacer huelga de la alegría. Podremos perder nuestros bienes, pero jamás las ganas de servir, de entregarnos, de gastarnos por amor a Dios.

Nuestra Madre la Virgen confía en el anuncio del ángel, que ella nos ayude a confiar siempre en Dios. Ya os iré contando la experiencia del gran silencio. Voy a echar uno de mis últimos cigarritos.