Parece que se ha puesto de moda que cuando el Papa viaja a un sitio se organizan algunos para hacer pequeñas concentraciones de personas en contra. Ya son ganas, la verdad es que no le tengo ninguna manía al Dalai-Lama -aunque no comparta su filosofía-, pero jamás se me ocurriría gastar mi tiempo en seguir su agenda y protestar por su presencia o su mensaje. Pero hay algunos que se ve que les encanta aparecer en algún trocito del diario y que hablen de ellos. Los hay que se definen ateos y contrarios a todas las religiones. No sé quien decía que lo que más le molestaba de los ateos es que no dejaban de hablar de Dio. Pues eso. Hay otros que se empeñan en reclamar otra Iglesia, pienso que lo que realmente les molesta es que ellos no sean el Papa, seguro que lo harían mucho mejor. Pero gracias a Dios el Espíritu Santo existe, aunque suele ignorar a quien le niega.

“Pero cuando Pedro llegó a Antioquia, tuve que encararme con él, porque era reprensible.

Antes de que llegaran ciertos individuos de parte de Santiago, comía con los gentiles; pero cuando llegaron aquéllos, se retrajo y se puso aparte, temiendo a los partidarios de la circuncisión. Los demás judíos lo imitaron en esta simulación, tanto que el mismo Bernabé se vio arrastrado con ellos a la simulación. Ahora que, cuando yo vi que su conducta no cuadraba con la verdad del Evangelio, le dije a Pedro delante de todos: -«Si tú, siendo judío, vives a lo gentil y no a lo judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a las prácticas judías?»” Pues parece que se puede criticar al Papa. Sin duda alguna Benedicto, ni Juan Pablo, ni Juan, ni Pablo, ni Pío, ni León, ni ningún Papa (por lo menos la gran mayoría, que de todo ha habido en la historia), se creían independientes. Siempre han necesitado de la oración, la cercanía, el consejo y la ayuda de los fieles y han dispuesto de colaboradores, a los que les piden amor a la Iglesia y al Evangelio. Otros piden fidelidad a su persona, los Papas fidelidad a la verdad. Pocas instituciones han cambiado tanto en los últimos años como la Iglesia Católica, pero fieles al depósito recibido. Algunos querrán ser infieles a Dios y a su revelación, pero el Espíritu Santo apoya ala Iglesia para que no haga excesivas tonterías. Y nos está dando pastores que sin duda rigen y gobiernan desde la caridad y el amor a la verdad. Claro que los Papas son criticables, la doctrina no y el Papa es el garante de la doctrina auténtica.

¿Qué hacer entonces? Pues ser muy fieles al Magisterio, amar mucho al Papa, amar a la Iglesia, rezar como el Señor nos enseñó y servir a los pobres. Sólo los pobres entienden que el pontificado es un servicio, los ricos (aunque sólo lo sean en palabras), lo ven como un poder.

Así que unidos al Papa y a la Virgen hoy es fácil acabar este comentario con las mismas palabras de Jesús: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.” A rezar más y criticar menos