Comentario Pastoral
LAS TENTACIONES DE SIEMPRE

El famoso escritor católico Graham Greene ha dicho: “El cristiano, al igual que cualquier hombre , reside en un territorio limítrofe entre el Bien y el Mal, en una zona de salteamiento”. Es verdad que la libre decisión está en la raíz de nuestra historia. La Cuaresma que acaba de comenzar es momento apto para reconquistar el sentido de la propia libertad, de la propia grandeza y del peligro de las dos posibilidades que se nos ofrecen. La Cuaresma es tiempo oportuno para madurar humana y cristianamente.

Tentación es todo lo que puede apartarnos, en un momento concreto, del camino trazado por Dios. La tentación es una proposición o insinuación revestida de bondad, que aparece como una liberación, una puerta abierta hacia las obras fáciles, hacia la satisfacción del propio yo.

Al recordar las tentaciones de Cristo, que son las nuestras, es oportuno observar que las insinuaciones del diablo, a excepción quizá de la tercera, no constituyen ningún disparate manifiesto, ni ninguna maldad en sí mismas: manifestarse al pueblo, obrar milagros, evitar el mal… Todo aparece en un plano de gran naturalidad y de cierta bondad humana. Incluso parece escogido exprofeso para entrar en la línea de la vocación mesiánica. De hecho Cristo, más adelante, se manifestará al pueblo, multiplicará los panes, hará milagros y se esconderá de los judíos que le buscan.

La «tentación de los panes? se resuelve con la adhesión a la Palabra de Dios, que es verdadero alimento del espíritu. La «tentación del templo» se resuelve con el rechazo de la pseudoreligión, que en vez de servir a Dios, pretende servirse de Dios. La «tentación del monte» se resuelve con el rechazo del poder opresivo y egoísta y con la aceptación del verdadero señorío de Dios. Tres tentaciones que en vez de producir magia, infidelidad y orgullo producen en Jesús fe, amor y abandono en el proyecto divino. En esta biografía espiritual de Jesús se puede y se debe encuadrar nuestra biografía.

Cristo venció la tentación primera del mesianismo terrenista; el cristiano no debe estar ligado a la materialidad de las cosas. Cristo venció la tentación segunda del mesianismo taumatúrgico; el cristiano debe liberarse de un concepto de religión mágico y publicitario. Cristo venció la tentación tercera del mesianismo político; el cristiano debe liberarse de la idolatría del bienestar y del poder.

Andrés Pardo



Palabra de Dios:

Génesis 2, 7-9; 3, 1-7 Sal 50, 3-4. 5-6a 12-13. 14 y 17
san Pablo a los Romanos 5, 12-19 san Mateo 4, 1-11

Comprender la Palabra

A partir del primer domingo de Cuaresma la selección de textos bíblicos en la Eucaristía obedece a un plan temático. Después del tiempo pascual se reanudará la lectura semi-continuada del evangelio de San Mateo.

En la primera lectura del libro del Génesis, nos recuerda la figura de Adán, rendido al pecado por la tentación. Pero, al mismo tiempo, recuerda que el hombre es artesanía de Dios, obra máxima de su creación y materia ennoblecida por su aliento, que es la Vida. El hombre, así mismo, es libre y responsable, capaz de ser tentado por Alguien inteligente, exterior a él y origen del Mal, que le enciende en orgullos de ser igual a Dios, iluminada frente al Bien. El trabajo está en el proyecto original de Dios sobre el hombre, no es un castigo como consecuencia del pecado, sino una colaboración con un Creador, una oportunidad de realización del hombre como obra del amor de Dios y acción del Espíritu.

El texto de la segunda lectura de la carta de san Pablo a los Romanos, se enmarca en el contexto de la vida nueva en el Espíritu , que es la idea central que recorre esta segunda parte de la epístola. En el fragmento de hoy leemos se comparan las dos situaciones que se dan en la vida del hombre: bajo el dominio del pecado y la muerte por su solidaridad con Adán; en el reino de la gracia, por su incorporación a Jesucristo. La verdad radica en que Jesús es presentado al mundo por el Padre como una cabeza de la nueva humanidad.

En la visión apocalíptica que presenta el evangelio , se nos brinda la oportunidad de comprender en ella la llamada a su misión y tarea del Siervo de Yahvé y Mesías con el don del Espíritu que desciende sobre Él. A continuación, Jesús se retira al desierto y es tentado. El Espíritu Santo es quien guía los pasos de Jesús en el desierto. Allí, con aquel ejercicio ascético de “cuarenta días y cuarenta noches” (al estilo de Moíses: Es 34,28), nos dejó con el arquetipo de la Cuaresma cristiana, que ha de ser ejercicio práctico de espiritualidad.

El Ejercicio permitió que Jesús fuese tentado, es decir, que venciese la tentación. Adán sucumbió (primera lectura) y con el todos nosotros (segunda lectura). La Cuaresma es tiempo de purificación.

El relato evangélico de las tres tentaciones es una escenificación catequética de la victoria de Cristo contra Satanás. El Tentador quiere desviar de su misión al Hijo de Dios. Jesús hablaría a veces con sus discípulos, en la intimidad, de su combate intimo contra el espíritu del Mal. Tanto las tentaciones como el desierto nos están hablando del largo camino del pueblo de Israel hacía la tierra prometida: el Nuevo Pueblo de Israel, guiado por Jesús, también camina a la tierra prometida. Las tentaciones de Israel: el episodio del maná (Ex 16), el pasaje del agua en la roca (Ex 17), y el Becero de oro (Ex 32), son superadas en Cristo que abre la puerta de la salvación. La victoria de Jesús va unida a la acción del Espíritu que lo conduce: al igual que a su Cuerpo, la Iglesia.

Vencidas las tentaciones nos unimos a Cristo, Camino, Verdad y Vida, y podemos redescubrir nuestra realidad de bautizados, salvados por la sangre de Cristo y participes de su divinidad. Que la cuaresma haga florecer en nosotros, como una primavera del alma, la feliz responsabilidad de vivir como hijos de Dios.

Ángel Fontcuberta


sugerencias litúrgicas

Rito inicial para la Misa de los Domingos de Cuaresma  


Además de las posibilidades habituales que se indican en el Misal, otra posibilidad a considerar para las celebraciones dominicales de la Cuaresma es la de comenzarlas con el canto de las Letanías de los Santos. Es una forma de resaltar el carácter de invocación de la misericordia de Dios que resulta tan propia de este tiempo. así como el sentido de preparación bautismal al que las Letanías de los Santos van tan unidad.

Este rito puede realizarse en todas las misas del domingo o bien sólo en alguna de ellas. Asimismo realizarse todos los domingos o bien en el primero, para resaltar el inicio del tiempo litúrgico. En cada lugar se verá la posibilidad de añadir algún santo más propio o de sustituir y modificar la lista.





al ritmo de la semana


LA CUAREMA I

La reforma litúrgica después de subrayar que la Cuaresma es un tiempo de preparación a la Pascua, en un clima de escucha atenta de la Palabra de Dios y de oración incesante. pone de manifiesto la doble dimensión de este tiempo: la bautismal y la penitencial. Así lo proclamó y definió claramente el Concilio Vaticano II en el número 109 de su Constitución sobre la liturgia “Sacrosamctum Concilium”.

La definición conciliar se limita a recoger el contenido más auténtico de la tradición sobre la Cuaresma. Esta visión depurada y genuina del tiempo cuaresmal ha intentado devolverle su simplicidad original, suprimiendo los domingos de septuagésima, sexagéxima y quincuagésima, un periodo de tiempo que se había anexionado tardía y progresivamente a la Cuaresma de manera artificial y arbitraría.

Esta supresión del tiempo pre-cuaresmal, no implica la supresión del Miércoles de Ceniza, una fecha de amplía resonancia popular. La liturgia de este día aporta importantes aspectos a la hora de fijar, desde un principio, el enfoque espiritual de la Cuaresma como tiempo de purificación y conversión en vistas a la celebración de la Pascua.

Así mismo, al situar el tiempo cuaresmal entre el Miércoles de Ceniza y la celebración vespertina del Jueves Santo (sin contar los domingos que no son días penitenciales) recupera la simbología del número cuarenta, suprimiendo el llamado “tiempo de pasión” entre el V Domingo de Cuaresma y el Sábado Santo.

Algunos textos litúrgicos, tanto de oraciones como lecturas, han sido reutilizados, adaptados o redactados de nuevo según se aprecian en el antiguo Misal; otros, en cambio, sacados de viejos sacramentarios romanos o pertenecientes a otras tradiciones litúrgicas, han sido incorporados al Misal actual en este tiempo cuaresmal. Todo ello a fin de dar una visión más positiva de la Cuaresma, como tiempo de preparación a la Pascua, como periodo de purificación y de conversión interior y como toma de conciencia del compromiso bautismal.



Ángel Fontcuberta

Para la Semana

Lunes 14:


Lev. 19,1-2.11-18. Juzga con justicia a tu conciudadano.

Mt 25, 31-46. Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.

Martes 15:

Is 55,10-11. Mi palabra hará mi voluntad.

Mt 6,7-15 Vosotros rezad así.

Miércoles 16:

Jon 3,1-10. Los minivitas se convirtieron de su mala vida.

Lc 11,29-32. A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás.

Jueves 17:

Est 14,1.3-5.12-14. No tengo otro auxilio fuera de ti, Señor.

Mt 7,7-12. Quien pide recibe

Viernes 18:

Ez 18,21-28. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado y no que se convierta de su conducta y que viva.

Mt 5,20-26. Vete primero a reconciliarte con tu hermano.

Sábado19:
San José , esposo de la Virgen María.

2S 7,4-5a.12-14a.16. El Señor Dios le dará el trono de David su padre.

Rm 4,13.16-18.22. Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza.

Mt1,16,18-21.24a. José hizo lo que le había mandado el Ángel del Señor.