Ayer tenía reunión de los sacerdotes del Arciprestazgo y planteé una pregunta que creó división. En España la festividad de san José es solemnidad y cae en sábado. Si una solemnidad en cuaresma cae en viernes no hay abstinencia (por ejemplo, el 25 de este mes). Hoy celebramos la Misa del viernes de la primera semana de cuaresma, pero a partir de la hora de nona celebraremos la Solemnidad de San José. Luego ¿cumpliré la abstinencia si como un pescadito hervido y meriendo un bocadillo de jamón de bellota?. Unos me han dicho que sí, otros me han dicho que no, a mi me es indiferente… total, un lío.

“Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego.” Podemos seguir racaneando. ¿Y si le llamo obtuso? Porque Jesús no dice obtuso en el Evangelio…. Muchas veces las personas pregunta cuándo hay que ir a Misa y te dan ganas de responder “¿cuándo no habría que ir a Misa?

El Señor no es el señor de las leyes, de hasta donde puedo llegar por lo bajo, sino por lo alto. No podemos ir por la vida pensando qué es lo que puedo o no puedo hacer. Hay que vivir pensando cómo amar más. Y el que ama cuida lo pequeño (la abstinencia), y cuida lo grande (la caridad). Y no suelen ser incompatibles.

“¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo del Señor-, y no que se convierta de su conducta y que viva?” Convertirse no es amar de vez en cuando, es amar cada día, cada instante, cada momento, en el martirio y en el levantarse por mañana; a la hora de ser testigos y a la hora de comer. La cuaresma -ni ningún día de nuestra vida-, es tiempo de mínimos, sino de darlo todo.

Estamos asistiendo, tal vez como espectadores lejanos pero preocupados, al accidente nuclear en Japón. No entiendo nada de física nuclear, pero comprendo que allí se genera una fuerza que, como llegue a escapar, puede llegar muy lejos con una gran intensidad. Esa es para el mal. Pero la fuerza de la entrega es para el bien. Ojalá cada cristiano fuese un reactor nuclear de buenas obras y que entrásemos en fusión cada vez que tenemos que entregarnos por algo o por alguien.

La Virgen nos ayuda a comprender que, si no racaneamos, nos damos sin reservas, el bien pasa generaciones y generaciones, pues está en manos de Dios que nos guardapara siempre.