Hoy el comentario va ser corto, he tenido que cambiar la idea primera. Lo he titulado así no porque sepa latín, que no sé. Incluso creo que me suena de la película de “El silencio de los corderos”, que es bastante bestia. El “quid pro quo” creo que significa el “hacer algo por alguien” y hoy os voy a pedir un favor. Nunca me han interesado las estadísticas de los que leéis estos comentarios, creo que sois unos miles diarios. Me perdonaréis si con mis anécdotas y dichos personales os distraigo de estar con Dios, creo que Él lo comprende. Soy -a mucha honra-, el que más años lleva escribiendo estos comentarios y no sé cuántos años llevo… no me interesa. Hay semanas en que me molesta mucho escribir, tengo muchas cosas que hacer. Otras veces no se me ocurre nada y son varias horas ante la pantalla vacía (eso es que rezo poco), otras veces salen con la mayor ilusión lo leáis uno o cinco mil; eso me da igual. Pero hoy os tengo que pedir un favor, al uno o a los cinco mil. Rezar. ¿Por quién rezar? Por un joven de 32 años (tal vez la familia se enfade si lee esto, pero creo en la fuerza de la oración con todo mi ser). Me han llamado para darle la unción de enfermos, puede quedarle una hora o unos días de vida. El cáncer le ha quemado por fuera y por dentro y todo él es una pura llaga, tumbado en la cama aislada de un hospital acompañado de su familia, la morfina y su alimento líquido. Ha sido un chico muy unido a Dios y -ni lo sé ni me importa-, se ha distanciado mucho. Cuando le he ofrecido los sacramentos los ha rechazado: “No es el momento”, me ha dicho a pesar de ponerme un tanto pesado. Tiene mi teléfono para llamar a cualquier hora y me ha dicho que lo hará, pero creo que era para que le dejase en paz. No sé -ni me interesa-, qué dolor del alma tiene más fuerte que el del cuerpo. Por eso “quid pro quo”, si alguna vez os han servido de algo estos comentarios, si alguna vez os han hecho sonreír o rezar, os pido un Avemaría para que el Espíritu Santo mueva a este chaval a pedir los sacramentos y algún sacerdote llegue a tiempo a dárselos y acabe como ha estado casi toda su vida, unido a Cristo. Si no es así estoy convencido que Dios comprende mucho más los enfados que la desidia y será benevolente, eso es cosa suya. Tal vez no llegue a terminar de construir la parroquia, pero hay que poner este alma en su sitio, que es con Cristo. Seguramente no os cuente nada más de este joven en los comentarios, no sabréis si vive o muere, se confiesa o no…, eso pertenece a su intimidad. Pero vamos a arrancarle un milagro al Espíritu Santo por manos de la Virgen. No te levantes del ordenador sin un avemaría… ¡Gracias!.

Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado”. Este es de los suyos, que no se piense que no. María, Madre, cuídamelo… y cuento con cada uno de vosotros o escribiré con más desgana (es una falsa amenza).

QUID PRO QUO