Una vez que hemos movido nuestro barracón parroquia a la parcela de al lado hemos vuelto a colocar todo como estaba. Lo único que nos hemos permitido cambiar es el armario de la sacristía que estaba destrozado. Así que compramos uno en Ikea  muy bonito, con puertas corredera y más amplio. Eso de que todo venga en paquetes planos está muy bien para el transporte, pero es un rollo para montarlo. Ayer me pasé el día trabajando para Ikea y conseguir montar el dichoso armario. Me han sobrado cuatro tornillos, cosa que es preocupante pues cualquier día todo el armario se desmonta sin saber por qué.  Pero lo cierto es que estos suecos saben hacer instrucciones para tontos y muebles que sólo se pueden montar bien. Si tienes dudas miras un poquito más el dibujo y te lo explica todo. Al final incluso el resultado se parece en algo al del dibujo de la portada de las instrucciones.

“Por tercera vez le pregunta: – «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: – «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: – «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: – «Sígueme.»” Las instrucciones de Jesús son mucho más claras y concisas que las de Ikea y desde luego es mucho más gratificante trabajar para el Señor que para los suecos. Hemos dado, casi sin darnos cuenta, un salto enorme del Evangelio de ayer al de hoy. Ayer escuchábamos la oración sacerdotal de Jesús antes de la Pasión. Hoy escuchamos la llamada de la gloria. Esperando al Espíritu Santo Jesús nos da las instrucciones precisas y claras: amarle y seguirle.

Uno no puede decir que ama a Dios si no le sigue. El amor no permite distancias, acomoda nuestra vida al amado y nos va identificando con él. Si uno dice amar a Jesucristo y no va amoldando su vida al Evangelio o es que no ama o no sabe o que es el amor.

Y tampoco se puede seguir a Cristo sin amarle. Hay muchos que parecen de Cristo, guardan las formas y la compostura, hacen lo que la gente espera de ellos…, pero lo hacen sin corazón, sin pasión, sin iniciativa. No lo hacen por amor a Dios sino por amor propio. Son impecables, pero por eso mismo no reconocen su pecado y no aman.

Nosotros queremos amara a Cristo y seguirle con toda nuestra vida. A Pedro le da el encargo de apacentar sus ovejas, tal vez a ti el de apacentar a tu familia o el cuidar de un enfermo, o de estudiar o de hacer lo que tengas que hacer en ese instante. Pero hazlo con Cristo y por amor a Cristo y ese trabajo será tan importante como el del Papa.

Pedir los dones del Espíritu Santo todos los días, con la humildad y sinceridad de María. Y al final tendrás mejor acabado que los muebles de Ikea…, seguro