Hoy termina el mes de agosto. Para muchos terminan las vacaciones y mañana se enfrentarán a un día de trabajo normal. Los que no solemos tener vacaciones no tenemos ese problema. En la construcción de la parroquia ayer fue un día de actividad frenética. Venga a llegar camiones, cargarlos, llegar otros, marcharse…, así durante diez horas. El agujero va pareciendo un señor agujero. Podría pensarse que con el calor (y dentro del hoyo hace bastante más que fuera), y el cansancio del curso el rimo tendría que bajar. peor no es así, hay que hacer lo que hay que hacer, y en plazo.

“Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban:

-«Tú eres el Hijo de Dios.»

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.”

Después de curar a la suegra de Pedro (error imperdonable para Pedro, de hay las negaciones), el Señor sigue su día normal, y al día siguiente más actividad. Actividad centrada y con fuente en la oración. El cristiano no tiene vacaciones, porque descansamos en Dios. Ahora muchos vuelven de distintos lugares y habrá que escucharles cómo, en estas semanas en que pensaban tener más tiempo para rezar y hacer apostolado, no sólo no han hecho lo habitual, sino menos. Es una pena pero somos así, y así nos quiere Dios (aunque nosotros le queramos tan poco).

Lo extraordinario del cristiano es lo ordinario. ¿Quieres hacer algo extraordinario hoy? Ves a Misa y comulga. Si te hace falta confiésate. Ponte un rato ante el Sagrario en vez de ante el ordenador. Antes de empezar a trabajar o de deshacer las maletas ofréceselo a Dios Padre. Pide ayuda al Espíritu Santo para llamar a ese amigo que también has olvidado y marca su número. Ves a visitar a ese enfermo que dejaste en el hospital antes de irte. Da un beso a tu mujer (o a tu marido) y juega un rato con tus hijos que pronto empezarán la escuela. Trabaja como nunca y sonríe como siempre. Se feliz y haz ser feliz a los que se encuentren contigo. Y entonces habrá sido un día extraordinario.

Ahora voy a ver a unos amigos, otro milagro. Os dejo en manos de la Virgen, en este día normal.