“Arraigados y edificados en Cristo. Firmes en la fe” (san Pablo). Durante este año hemos visto esa frase en cientos de pancartas, logos, páginas web, cartas, … es el eslogan de la Jornada Mundial de la Juventud, y sobre todo en Madrid lo hemos visto por todas partes. Y dicho lema viene de la carta de San Pablo a los Colosenses que leemos hoy en la liturgia: “ Arraigados en él, dejaos construir y afianzar en la fe que os enseñaron, y rebosad agradecimiento.” Sin duda podemos rebosar de agradecimiento por los dones de Dios en esos días de la JMJ… y en estos.

Arraigados en Cristo. Las raíces se abren paso hasta el agua superando cualquier obstáculo: metros de tierra, piedras. Inexorable y lentamente se va dirigiendo hacia la fuente subterránea para que pueda germinar la semilla. Nosotros estamos arraigados en Cristo. Ciertamente el momento no es fácil. Llegar a Cristo hoy supone superar muchos obstáculos, dificultades, prejuicios. Dificultades dentro y fuera de la Iglesia. Hemos visto las dificultades de los enfermos, las dificultades que ponen los enemigos de Cristo, las dificultades -tristemente muchas veces-, de los propios hijos de la Iglesia. Pero en todo eso vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Muchas veces nuestro primer movimiento puede ser de disconformidad con lo que ocurre en nuestra vida, pero si llegamos hasta la raíz encontramos a Cristo que da sentido al dolor, a la enfermedad, a la debilidad, a la adversidad, a la pobreza, ala muerte.

Edificados en Cristo. Hace unos minutos estaba llenándome los zapatos de polvo mientras hablaba con el encargado de la construcción de la Iglesia. En unos pocos minutos me ha dado una teórica sobre cimientos, muros de contención, zapatas y demás elementos que sostendrán el edificio. Me explicaba que esperaba que aguantase el tiempo. Poner el hierro y el hormigón entre barro y agua, por muy bien que limpies, hace que toda la estructura sea más débil, y por mucho que limpies no queda limpio del todo. Edificarse en Cristo puede parecer que tiene la dificultad del pecado, del barro y el lodo de nuestra vida que nos impide acercarnos a Él. Pero lo importante es que hemos sido redimidos en Cristo, es Él el que ora por nosotros. “En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles.” No tengas miedo a tus pecados, debilidades y caídas. dios puede convertir todo eso en fortaleza. Somos edificados en Cristo y por Cristo. No tengas miedo a derrumbarte.

“Afianzar en la fe que os enseñaron”. ¡Qué lástima los que hoy reniegan de la fe que les enseñaron y de la Iglesia en que viven! Pero hoy no vamos a hablar de ellos. Afianzar la fe, pedirla cada día con humildad, ser asiduos a su Palabra y a los sacramentos, ponernos cada día bajo la protección de la Virgen. Firmes en la fe, que aunque soplen los vientos, se salgan los ríos o estallen tormentas no dudemos nunca de la fe que se nos ha entregado.

La JMJ está ahora dando frutos, no olvides lo que el Espíritu Santo te inspiró esos días y ponlo por obra de la mano de María.