De vez en cuando un grupo de personas venía a robar el hierro de la obra. No lo hacían de noche y con sigilo, sino a las doce de la mañana, que tampoco hay que madrugar. Cuando los veía el encargado les decía algo, se creaba una discusión y siempre amenazaban con llevarse el hiero que había que utilizar y no los sobrantes (que luego vende la empresa). Al final han llegado a un acuerdo: el encargado deja algunos kilos de hierro a disposición de los “ladrones” y estos no entran en la obra, con peligro de que se lastimen y encima culpen a la empresa. Esto le ha facilitado mucho la vida al vigilante: saber qué y cuándo te van a robar es muy cómodo, ya que tiene la seguridad de que el resto del hierro no lo van a tocar. Espero que no haya que hacer lo mismo con las máquinas de aire acondicionado, calefacción, tuberías, cobre etc…, que la obra saldría carísima.

“Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo,digo a todos: ¡Velad!”. Si el vigilante de la obra puede estar tranquilo, nosotros no. Hoy comienza el Adviento. Estas semanas previas a la Navidad son una invitación a estar vigilantes. Cuando Dios quiera Jesucristo volverá y tiene que encontrarnos despiertos. Con Dios no vale hacer pactos de mínimos, Dios quiere todo nuestro “hierro” y no lo roba porque es el dueño. No hay partes de nuestra vida que para Dios sean insignificantes o de deshecho. Dios nos quiere completamente y completamente enamorados de Él tenemos que estar. “Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.”

Pero ¿cómo estar siempre despiertos?. Es una auténtica tortura no dejar dormir cuando tienes sueño. Sólo hay una manera: aferrarse a Cristo. El que quiera simplemente hacer muchas cosas llegará un día en que se cansará. El que se crea muy fuerte se cansará. Toda actividad humana cansa, y después del cansancio viene el sueño. Tal vez la única actividad humana que no cansa es amar. Por eso hay que agarrarse a Cristo, entregarle lo suyo, todo nuestro ser, y no separarnos de Él. “Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!”. Estar despiertos significa que cada cosa, desde la más insignificante a la más trascendente decisión de nuestra vida, podemos hacerla con Cristo, por Cristo y en Cristo. Velar significa que todos mis momentos son suyos, que no tengo tiempo para Dios, sino que mi tiempo es de Dios. Velar es estar enamorado del Señor.

La Virgen María tiene en el Adviento un lugar principal: ella sabe velar, sus ojos están puestos continuamente en su Hijo. Que sigamos su mirada.