Tenemos que ir preparando los días del tríduo Pascual. Cada celebración está llena de signos y la decoración del templo va cambiando de un oficio a otro, desde lo más austero a lo más adornado posible. En ocasiones, a veces víctimas de la pereza, de la falta de imaginación o de haber llegado a la conclusión que es lo mejor, repetimos año tras año la misma disposición, sin esforzarnos mucho más. La liturgia, a pesar de ser ritual y de tener sus normas establecidas, también entra por los ojos y el cariño que pongamos celebrando o decorando la iglesia se nota.

-«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? »

– «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.»
La escena del Evangelio de hoy me recuerda al comienzo del Génesis, a Cain y Abel.., aunque una vez que Cain ha aprendido a mentir. Judas habla con falsedad, bajo la aparente preocupación por los pobres está pensando en si mismo. No está dispuesto a ofrecerle a Dios lo mejor. Bajo la capa de “la responsabilidad” sólo se esconde él mismo y buscar su interés. Jesús sabe que María está ofreciendo lo mejor que tiene y que sabe a quién se lo ofrece y se lo da con cariño, por eso el -que podría parecer egoísta-, acepta el gesto de la mujer y lo alaba.

En ocasiones seguimos actuando como Judas. No queremos darle a Dios lo mejor y lo excusamos bajo capa de pobreza. Muchas veces me he encontrado en parroquias cálices sucios y estropeados, Sagrarios a los que no se les quita el polvo desde hace cien años, manteles y purificadores de un color que ya no se define y se excusa con la razón de que somos pobres…, pero al párroco no le falta el último modelo de teléfono móvil. A veces es dejadez, pereza o acostumbramiento, pero ya que estos días hay que hacer muchos cambios en las parroquias para las celebraciones os animo a que ayudéis al párroco a limpiar, desde el suelo a los vasos sagrados. Tal vez no podamos ofrecer oro al Señor y tengamos que conformarnos con latón, pero que el latón brille.

Alguno pensará que estamos en crisis y no podemos gastar dinero en ostentaciones. La verdad es que ser limpio no cuesta mucho dinero, todo depende del cariño que se le ponga. Cuando alguna vez he pasado por alguna parroquia que tiene pasos de semana santa (que a ver si este año pueden salir todos y llueve a otras horas), he visto como los miembros de la hermandad preparan los pasos. Pasan semanas sacando brillo a las andas, a la imagen, ponen con cuidado las flores. Son un ejemplo para los que a veces hacemos las cosas de cualquier manera. Y no dudes que una parroquia limpia y acogedora será también una parroquia que vive la caridad pues igual de bien que tratamos a Cristo tratamos a los pobres.

Hoy es lunes, vamos a ir preparando nuestros templos, los más grandes y los más humildes, para que se note en ellos el buen olor de Cristo.

Tener la parroquia como la casa de la Virgen, humilde pero acogedora y limpia… y no dejéis al párroco solo.