En esta parroquia hay muchos bautizos y procuramos hacerlos de uno en uno. ya sé que hay todo un sentido comunitario en esto de la celebración de los bautizos y que en muchas parroquias juntas varios a la vez. Pero esto es un barracón y la comunidad es la familia. Prefiero celebrar cuatro uno detrás de otro y que cada familia se entere de lo que estamos celebrando que no juntar a varios y que hablen todos y echen la culpa a la familia de al lado. El sábado vino un fotógrafo conocido a ofrecerse a hacer un reportaje de los bautizos y la primera familia le contrató. Desde que los fotógrafos usan cámaras digitales y no tienen que comprar y revelar película hacen cientos de fotografías. No paró de moverse todo el bautizo, colocar a los asistentes, pasar al niño de un familiar a otro para hacer más fotos. Tuve que parar el bautizo, regañarle y al final de la celebración pedirle que se fuera por ese día y nos dejase un poco en paz. También los curas tenemos derecho a enfadarnos (un poco), aunque no tenemos derecho a permanecer enfadados.

“Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos”. Es algo heroico lo que nos pide el Señor y hay que pedirlo cada día. Pero en ocasiones algunos confunden esto que nos pide el señor con no enfadarnos. no es así. Tenemos pasiones y por lo tanto estas pueden aflorar de vez en cuando. En un primer impulso es normal que nos enfaden las injusticias, los desplantes, las cosas mal hechas, incluso nuestro propio pecado y limitaciones. No hay que extrañarse por eso, incluso el Señor expulsó a los mercaderes del templo. En ocasiones uno tiene un carácter irascible (esos que llamamos insoportables), y tiene que luchar por cambiar su carácter, suele ser síntoma de falta de paz interior. Pero que se nos “revuelvan las tripas” ante la injusticia es algo bueno. Pero después de constatar la injusticia los cristianos no podemos ser gente rencorosa, vengativa ni de los que “perdonan pero no olvidan”. Al primer arranque -que hay que procurar que sea poco frecuente-, tiene que venir la paz, el perdón y la entrega.

Tampoco hay que entender el amar a los enemigos con no tener enemigos. Eso no lo elegimos nosotros. El primer modelo lo tenemos en nuestro Señor, rodeado de enemigos que buscaban cómo acabar con el. Justamente responder a la ofensa, la injuria e incluso el daño con el perdón es una de las “marcas” del cristiano. “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. Identificarnos con Cristo es identificarnos con sus brazos abiertos en la cruz que acogen a toda la humanidad y están dispuestos a derramar misericordia sobre todos aquellos que quieran acogerla. Los mártires mueren perdonando pues saben que Dios perdona y ama.

“Sed perfectos”. Dios quiso plasmar la perfección de la humanidad en la Virgen, a ella le pedimos que nos de la capacidad de perdonar siempre.