Hay quien se piensa que los párrocos mandamos y bastante tenemos con que la parroquia no acabe en el caos. Sin duda alguna el tener que hacer, de vez en cuando, alguna que otra indicación es de las cosas más difíciles. A mi me encantaría que todo el mundo fuese responsable de sacar la parroquia adelante y no tener que estar dando indicaciones de esto o lo otro, sobre todo cuando son cuestiones de estar pendientes los unos de los otros…, pero de vez en cuando nos toca hacerlo. Además el párroco tiene que obedecer al arcipreste (suele mandar poco), al Vicario, al Obispo, al delegado de pastoral de turismo y a todos los feligreses que le piden cosas. En esta semana en que tenemos la mirada y el corazón puesto en Roma a algunos les parece que el Papa no tiene que obedecer a nadie, pero es como un párroco a lo grande…, también tiene que obedecer.

“En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar”. Miramos al Papa que se retira cansado, no ahíto. No se retira por falta de amor a la Iglesia, sino para servir a la Iglesia con las fuerzas que le quedan, sirviendo desde el silencio y la oración, obedeciendo a lo que Dios le pide. Cada fardo que mis pecados añaden a la Iglesia se colocan sobre los hombros del Santo Padre que se ha gastado y desgastado por amor al encargo recibido.

Hoy es un día para amar la obediencia. No te importe obedecer. La sociedad actual no hace hombres obedientes, sino esclavos. El que obedece puede amar al que manda y darse cuenta que está haciendo lo mejor, aunque no se le haya ocurrido a él o aunque le cueste. El esclavo es el que cree que no puede vivir si no se comporta, compra, vive y piensa como le dicen los que no quieren de él más que sus euros y les da igual si viven o mueren. El que obedece recibe aprobación, el esclavo palos o la indiferencia.

“El primero entre vosotros será vuestro servidor”. El servidor obedece y puede amar. No te importe obedecer a aquellos a quienes tienes que obedecer y sobre todo obedecer a la fe y a Dios.

María es la mujer obediente, mirémosla a ella.