Ayer muchas personas, desde la plaza de san Pedro, vieron salir el humo negro por la chimenea del Cónclave. Hubiera sido sorprendente que saliera blanco, y que los señores cardenales hubieran coincidido, por mayoría de dos tercios, en la elección del nuevo Papa. Los últimos cónclaves han durado poco tiempo, dos, tres o cuatro días. Aunque no nos toca saber a nosotros cuánto se prolongará este cónclave, una sola votación no da para demasiada decepción. Por otra parte es hermoso ver la cantidad de fieles que están pendientes de la elección, no sólo en Roma, sino en todo el mundo a través de los medios de comunicación. Todos queremos saber quién será el nuevo Papa. Estamos pendientes de las noticias, pero aún más de saber quién es el elegido. Por eso rezamos por él, y para que el Espíritu Santo asista a los 115 cardenales reunidos

En las lecturas de hoy encontramos mensajes muy consoladores. El profeta Isaías reproduce un diálogo entre Israel y Yahvéh:

Sión decía: Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado”.

¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré

En estas palabras reconocemos que Dios siempre está pendiente de nosotros, en cualquier circunstancia. La elección de un nuevo Papa no es ningún hecho dramático. Supone, sin embargo, una llamada de atención sobre todos nosotros para recordarnos la cercanía de Dios. Los cardenales, y todos los fieles, estamos atentos a lo que el Espíritu Santo nos haga saber a través del nuevo Pontífice. Es lógica cierta tensión expectante, pero lo más importante es que Dios siempre está junto a nosotros, conduciendo a su Iglesia y respondiendo a cada circunstancia histórica de una manera que nos es imposible preveer. En lo que no nos equivocamos es en saber que Dios está, y eso nos llena de confianza.

En sentido semejante resuenan en nosotros las palabras de Jesús: “Mi Padre sigue actuando y yo también actúo”. La sede está vacante; el proceso de elección en marcha, pero lo que nunca se ha detenido es la acción de Dios, que es constante en su amor y saca adelante su designio de salvación.

Igualmente Jesús nos dice que Él no realiza nada por su cuenta; que todo lo que realiza es en unión con el Padre. Una llamada de atención sobre todos nosotros para que también siempre busquemos cumplir la voluntad de Dios y nos alegremos de su realización en el mundo. Ayer, cuando los cardenales entraban en la Capilla Sixtina, con el rezo de la letanía de los santos, visibilizábamos ese deseo de cumplir siempre la voluntad de Dios. Y por eso se pedía la intercesión de los que ya gozan de la visión beatífica.

Todos los acontecimientos de la vida de la Iglesia pueden conducirnos a una adhesión más fiel a Cristo, a un cumplimiento más profundo e su voluntad. Aprovechemos la ocasión para intensificar nuestra oración. Así junto a lo que Dios haga saber a toda la Iglesia también crecerá en nuestro interior el conocimiento de sus enseñanzas y se intensificará nuestra unión con él.