Me han cambiado la mesa del despacho (la nueva la hemos conseguido de una empresa que ha cerrado), y no encuentro nada. Mi desorden habitual se ha convertido en desolación, ahora mismo encima de la mesa sólo está el teclado, el ratón, el monitor y el teléfono…, mis montañas de papeles no están en su sitio y es imposible encontrar nada. No dudo que en breve volveré a la normalidad de mis desórdenes, pero voy a intentar tener la mesa despejada, es mejor para la vista. Cuando las cosas están en su sitio y la visión de un sitio es clara es mucho mejor.

“Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.» Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.” La petición de Bartimeo parece obvia, un ciego lo que quiere es poder ver. Pero tal vez lo más importante de este Evangelio es el final: “y lo seguía por el camino”. Jesús hizo más milagros, de muchas de esas personas no sabemos su nombre. Se ve que Bartimeo sí siguió al Señor y era conocido de la primera comunidad cristiana. Lo importante no es sólo ver, es ver bien, ver lo que realmente cuenta, lo importante. Hoy en muchos sitios se celebra el Corpus, los que miran con los ojos de la carne sólo verán un poco de pan, nosotros vemos a Cristo. Muchos creen en Dios, tienen fe desde su bautismo, pero en Dios sólo ven lo inmediato, lo obvio. Piden a Dios salud, trabajo, prosperidad, falta de problemas…, pero no están dispuestos a seguirle por el camino. Entre el caos de las cosas de su mesa está Dios, saben dónde está y lo encuentran fácilmente cuando lo necesitan, pero es una cosa más entre tantas que nos preocupan. No está el horizonte despejado para poder decir que Dios lo es todo y, cuando algo se pone a la vista y no es de Dios, molesta, está fuera de su sitio.

En este año de la fe vamos a pedirle al Señor que sepamos ver lo importante, lo que cuenta y que todo lo que nos estorbe el seguir a Dios lo apartemos de nuestra vida. La Virgen tenía bien claro donde fijaba su mirada: en el Señor. Que estos días, y siempre, no apartemos la vista del Sagrario.