San Pablo nos recuerda un aspecto importante de nuestra relación con Dios. Dice que tenemos confianza en Él. Y eso lo ha hecho posible Jesucristo. Los cristianos sabemos que Dios es nuestro Padre; que podemos hablar con Él y que somos escuchados; que Él nunca nos deja sino que está pendiente de cada uno de nosotros; que sostiene nuestra existencia y conduce la historia. Todo eso lo sabemos gracias a Jesucristo, en quien se ha manifestado el amor que el Padre nos tiene. Aunque en el texto que escuchamos en la primera lectura san Pablo hace referencia a su ministerio apostólico, podemos extender sus enseñanzas a toda nuestra vida cristiana. Creemos en Dios, y esa fe incluye tanto aceptar lo que nos dice como fiarnos plenamente de Él; desear que nuestra vida esté en sus manos porque ahí está nuestro bien.

Esa confianza toma formas concretas. Así san Pablo dice que la capacidad que tiene para el ministerio no le viene de sí mismo, sino de la gracia de Dios. Podemos penar en los padres de familia, en los profesores… en todos los que tienen una misión que humanamente les desborda. Muchas veces experimentamos que la misión que se nos encomienda está por encima de nuestras fuerzas. Como cristianos, sin embargo, sabemos que no podemos abandonar, porque Dios da su gracia a cada uno. Es lo que se llama “gracia de estado”. Dios da una ayuda peculiar a cada uno para que pueda cumplir con sus obligaciones y cumplir su función en el plan de salvación. Pero hemos de ser fieles a esa gracia y saber que la capacidad nos viene de Dios. Eso abra muchos horizontes y, al mismo tiempo, nos trae la paz. No estamos solos, sino que Dios está con nosotros.

En esta época de crisis muchas personas han visto como se les tambaleaba el suelo de sus seguridades. Han perdido el trabajo ellos o los de su entorno. O bien las mismas perspectivas, no siempre exentas de incertidumbres, ha oscurecido su futuro. En cierto aspecto muchas expectativas humanas parecen frustradas de antemano. Se ha generado un ambiente que, de una u otra manera, nos afecta a todos. Ante ello una de las cosas más importantes es la confianza. Los expertos hablan de lo importante que es que cada cuál tenga confianza en sí mismo; también sabemos de lo necesario que es tener personas a nuestro alrededor de las que nos podamos fiar. Pero, sobre todo, necesitamos tener confianza en Dios. Y preguntarnos que espera el Señor en este momento preciso de la historia. Y no sólo sobre el sentido general de los acontecimientos, sino sobre nuestra persona concreta. ¿Qué quiere el Señor de mí?

El texto de san Pablo nos hace darnos cuenta de que no va a faltarnos la gracia de Dios. Esta, principalmente, ha de servirnos para llevarnos por el camino de la santidad. Para que en nuestra circunstancia concreta podamos responder a la vocación que hemos recibido. Podemos sentirnos desbordados, pero con su gracia tenemos la capacidad para crecer en el amor, a Dios y al prójimo.