Lo siento, no sé comprar. Cuando quiero algo lo busco un poco, veo algo que me convence y lo compro si tengo dinero y pienso que me es necesario en ese momento. Pero no puede ser que hable con un vendedor y empiece a ofrecerme cosas, no sé escoger y entonces me marcho sin nada. Hay profesionales de las compras que buscan, comparan, miran precios en siete sitios, regatean, se hacen íntimos de cada vendedor y encuentran verdaderas ofertas. A mí eso me cansa, me aburre me hastía y me marcho. Luego me lo recriminan: “Tenías que haber buscado más” “Podías encontrarlo más barato” “Hay una oferta mejor”… ¡Me aburre! El gen de elegir lo tengo muerto y comprar tiene que ser algo rápido y sin molestias.

“Respondió Jacob a su padre: -«Soy Esaú, tu primogénito; he hecho lo que me mandaste; incorpórate, siéntate y come lo que he cazado; después me bendecirás tú. »” Para mí es una de las páginas más desconcertantes de la Biblia. Rebeca decide engañar a Isaac y es Jacob quien hereda la bendición en lugar de Esaú y se convierte en el último de los patriarcas que dará nombre al pueblo de Israel. Parece que a Dios también le cansa escoger y realiza el plan de salvación con quien le ponen delante. Podía haberse enfadado y mandar un rayo sobre Jacob, o hacer que Isaac recobrase la vista y descubriese el engaño, pero parece que se dejan engañar Isaac y Dios.

“Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.” Cuando dejamos a Dios hacer, hace. La acción de Dios no sigue las reglas de elegir  al mejor, al más fuerte o al más rápido. Dios escoge a quien quiere y en él puede hacer maravillas renovándolo completamente. Muchas veces encontramos en la historia casos de hombres y mujeres, incluso niños, que Dios ha escogido y a pesar de su incultura, falta de estudios, preparación e influencia han cambiado la historia. Desde una Catalina de Siena, Teresa de Jesús, Bernardette, Juan María Vianney…, Dios ha querido mostrar su sabiduría al mundo. Y es que Dios todo lo hace nuevo. Ayer tuvimos la alegría del anuncio de dos Papas bien conocidos que subirán a los altares para gloria de Dios y de la Iglesia y nuevos beatos, entre ellos Álvaro del Portillo,  que nos enseñarán el camino ordinario hacia el cielo. ¡Gracias Señor!

Hoy otros irán orgullosos por la calle, vanagloriándose de su mortalidad, haciendo de sus vergüenzas su dios…, pues hasta a esos los puede remover Dios para hacer sus obras… ¡si conocieran el don de Dios!. Viviendo en Cristo sí que se sentirían orgullosos. Recemos por este mundo.

Y Dios te puede escoger a ti, para ser apóstol, para cambiar la historia. No te vengas abajo sea cual sea tu pasado o te creas con poas dotes; Dios te renueva.

María se pone en manos de Dios y ahora nos pone a todos nosotros, sus hijos, en sus manos. Déjale a Dios que te quiera y así podrás vivir en Cristo.