Cuando alguien tiene un arranque de creatividad me asusto. No es que me de miedo lo nuevo o desconfíe de lo que no es idea mía, simplemente pienso si aquella persona (o yo mismo) habrá calculado las consecuencias de sus actos y estará dispuesto a afrontarlas. Puede parecer un ejemplo un poco tonto, pero te da verdaderos problemas de cabeza: Cuando uno empieza una parroquia nueva suele estar solo y tienes que pensar el horario de Misas. No tienes que ser tan tacaño que sólo pienses en tu conveniencia (se pondría una sola Misa los domingos en toda la semana), ni puedes pensar que tienes una legión de vicarios parroquiales, pues los horarios tienes que cumplirlos uno mismo y no puede estar cambiándolos cada semana. Y tampoco puedes pensar que vas a poner los horarios que te parecen más originales sin contar con las características de la gente de la parroquia, el barrio y la situación. Todo el mundo podría despertarse para ir a Misa a las tres de la mañana, pero no es plan.

“En aquellos días, llegó el hambre a todo Egipto, y el pueblo reclamaba pan al Faraón; el Faraón decía a los egipcios: -«Dirigíos a José y haced lo que él os diga.»” José había avisado esa época de hambruna (las siete vacas gordas y las siete flacas ¿te acuerdas?) y había sido previsor. El Faraón era el jefe y podía haber decidido dedicarse él a quedar bien repartiendo alimentos, o guardárselo todo. Pero decide confiar en José y así será el crecimiento del pueblo de Israel. Y José hace lo que le manda el Faraón.

“A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones.” Jesucristo llama, da autoridad y envía. Llama a los que él quiere y son enviados. Es muy triste uno que se llama cristiano (pero si está consagrado u ordenado), y se siente que es el dueño y jefe de la misión que se le ha confiado. Desconfía de la oración, de la Iglesia y de la Tradición. Siente que tiene que ser el original y vuelve a repetir las mismas herejías de siempre, pero creyéndose que es el original. Acaba adaptando la fe a su comodidad o a tranquilizar su conciencia, sin misericordia para los que no piensan o actúan como él. No es que los ataque frontalmente muchas veces, simplemente los desprecia y no entran en sus cálculos. Acaban haciendo su parecelita, con su gente, sin más misión que sentirse arropados y acompañados y que los aplaudan sus amigos.

Tenemos la suerte desde hace unas semanas de citar a San José en las plegarias eucarísticas. El esposo de la Virgen es el modelo de creyente fiel y cumplidor a la misión encomendada. Pedimos a San José y a nuestra madre la Virgen que nos ayude a servir así a Cristo en la Iglesia.

Hoy, que es San Cristóbal, que nos ayude a conducirnos bien.