Comentario Pastoral

HOSPITALIDAD DESDE LA FE

En el camino del hombre Dios se le hace encontradizo y huésped. La primera lectura bíblica de este domingo nos recuerda a Abrahan, ofreciendo la hospitalidad a Dios, que se le muestra bajo las apariencias de tres extranjeros que van de paso. Con un amor limpio los acoge, los saluda, los venera, les ofrece comida; por eso la escena termina con una promesa de vida. No olvidemos que la hospitalidad tiene mucho de sagrado y que cuando se da de verdad se recibe mucho más.

En el Evangelio Jesús se detiene para descansar en casa de sus amigos de Betania. Marta nos recuerda al samaritano del domingo anterior; María es signo de lo primero y fundamental para la acción caritativa: la escucha de Jesús. El servicio de Marta y la escucha de María son dos aspectos armónicos y complementarios de la única vida del cristiano.

En un mundo inhóspito, en que hay tantos recelos, suspicacias y miedos de abrir la puerta, es conveniente meditar sobre las exigencias de una hospitalidad desde la fe. Todos hubiéramos acogido con toda prontitud y alegría a Jesús, si hubiese querido físicamente quedarse en nuestra casa, del mismo modo que lo hizo en Betania. Sin embargo nos resulta bastante difícil acogerlo en la verdad misteriosa de su Palabra. En cada eucaristía siempre tenemos la ocasión maravillosa de dar hospitalidad a la Palabra que se nos proclama (que es Cristo), de ser discípulos del Maestro, de escuchar la verdad que fortalece la fe, centra la esperanza y purifica el amor. Así podremos después servir a los hermanos, acoger siempre a todos con amabilidad.

Para alcanzar la hospitalidad que nos hace ver a los otros como hermanos es necesario escuchar la Palabra, bien sea entre los rumores de la ciudad o bien en el silencio de la casa. La ley o norma fundamental que debe regular nuestra vida, para tener abierto el canal de comunicación y acogida con lo infinito, no es algo lejano y exterior a nosotros. Es más bien algo que nos empuja desde dentro a desprendernos de nuestros intereses y amar a Dios y a los demás.

Cristo alabará la actitud de María, que antepone a cualquier otra preocupación la de oír al Maestro. A ejemplo suyo, como los discípulos de los rabinos, debemos estar siempre dispuestos a oír la Palabra («el misterio escondido desde los siglos») y a cumplirla.

Andrés Pardo

 

 

Palabra de Dios:

Génesis 18, 1-10a Sal 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5
San Pablo a los Colosenses 1, 24-28 San Lucas 10, 38-42

Comprender la Palabra

La lectura del Génesis coincide con el evangelio en el tema de la hospitalidad. Primera virtud social en el Pueblo de Dios. Signo eficaz del corazón abierto al amigo. El santuario de Mambré fue monumento de la amistad entre Dios y Abrahán. Dios pasa con sus ángeles como peregrino cansado. Era idea común, también entre otros pueblos antiguos, que el desconocido ante nuestra puerta puede ser un mensajero de Dios; más aún, presencia oculta del mismo Dios. El anciano Abrahán rejuvenece obsequiando a sus huéspedes. Acoger a Dios siempre es Gracia: su regalo a Abrahán, el milagro de un hijo.

En la Carta a los Colosenses, el apóstol afirma la autoridad de su ministerio en la Iglesia. Por fidelidad a su misión está en la cárcel, desde donde escribe, formulando su teología del dolor. Ve a la Iglesia identificada con Cristo, del que es Cuerpo. En consecuencia, la vida terrena de la Iglesia tiene por centro, como la de Cristo, su crucifixión. Cada miembro que sufre (como el apóstol) «completa» en lo que toca a su persona («en su carne») la Cruz de la Iglesia, que es de Cristo. El apóstol se alegra porque no sufre cerrado sobre sí mismo; antes puede decir, en fecundidad salvadora como Jesús: «por vosotros».

La casa de Betania es tipo de aquellas que acogen a los enviados del Cristo (cf. evangelio del XIV domingo del Tiempo Ordinario). La escena de Marta y María es una trasparencia de dos diversas (no contrarias) maneras de pensar y vivir una dedicación sincera al Señor. Para comprender la intención del evangelista, es bueno comparar esta escena con la que describe en su Libro de los Hechos (6,1-4); ante el dilema de consagrarse a solo la Palabra y Oración o dedicarse también al «servicio de las mesas», los apóstoles escogen lo primero.

A base de una sencilla anécdota, el evangelio transforma ambas actitudes (mantener la conversación y atender a que no falte nada en el buen servicio de la mesa y estancia), en lección de espíritu. Marta personifica la agitación: imagen del que obra como si Dios necesitase más de nosotros que cada uno de nosotros de Él. Como si Cristo (la Iglesia, el buen misionero) agradeciesen más las «cosas» que la aceptación de la Verdad en sintonía con su Ideal. Marta, además, se completa en su afán y la crispa que no la contemplen los demás; interpela por eso, no para ser ayudada.

El acierto de María está en comprender cuál es la Misión de Cristo (de la Iglesia, de sus ministros) y hacerse en cuerpo y alma objeto de ella: resonancia, sabor y vida de la Palabra de Dios. Como otra María, la Madre de Jesús, en Belén (Lc 2,19), Nazaret (Lc 2,51) y el hogar de Pentecostés (Hch 1,14).

El hogar de Betania fue oasis en el camino del Hijo del Hombre, que no tenía donde reclinar la cabeza (Lc 9,58). Modelo de los que, por ser hijos de la Paz, saben acoger en su casa y corazón a los que llevan consigo el Evangelio de la Paz (10,5-6). Y, sobre todo, al que es la misma Paz.

Ángel Fontcuberta


mejorar las celebraciones


Solemnidad de Santiago Apóstol, Patrono de España

La tradición cristiana española, a pesar del silencio de los Padres antiguos españoles de Prudencio a san Isidoro, señala España como el lugar de la predicación evangélica de Santiago el Mayor. Este apóstol hijo de Zebedeo y de Salomé y hermano de Juan Evangelista (Mt 4,21; Mc 15,30) fue uno de los discípulos más cercano de Jesús, y el primero en sufrir el martirio en la Pascua del año 42.

Alrededor del año 830, Teodomiro, obispo de Ira Flavia, descubrió en Compostela el sepulcro del Apóstol, iniciándose desde este momento las grandes peregrinaciones, que tomaran un gran auge entre los siglos X al XV. El Martirologio Romano señala esta fiesta el 25 de julio, día de la traslación de los restos del Apóstol de Jerusalén a España.

La liturgia de la Misa de Santiago contempla tanto el testimonio del martirio del apóstol como su patrocinio sobre España. Santiago fue «el primero entre los apóstoles en beber el cáliz del Señor» (prefacio), como narran los Hechos de los Apóstoles (4,33; 5,12.27-33; 12,1: primera lectura) y de acuerdo con la respuesta que los hermanos Zebedeos, los «hijos del trueno», dieron a Jesús cuando pretendieron ocupar los primeros puestos en el reino de Cristo (Mt 20,20-20: evangelio de la Misa).

Santiago selló con su sangre la fe predicada por la palabra. Su martirio, participación en el bautismo salvador de la muerte de Cristo (oración sobre las ofrendas), santifica y fortalece a la Iglesia española, que se acoge a su patrocinio, para mantenerse «fiel a Cristo hasta el final de los tiempos» (oración colecta)

Ángel Fontcuberta

 

Para la Semana

Lunes 22:
Santa María Magdalena. Memoria

Éxodo 14,5-18. Sabrán que soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón.

Sal: Éx 15,1-6. Cantaré al Señor, sublime es su victoria.

Juan 20,1.11-18. Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Martes 23:
Santa Brígida, patrona de Europa (1303-1373), madre virtuosa, terciaria franciscana, admirable por su carisma de oración contemplativa.

Gálatas 2,19-20. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.

Sal 33. Bendigo al Señor en todo momento.

Juan 15,1 -8. El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
Miércoles 24:
Éxodo 16,1-5.9-15. Yo haré llover pan del cielo.

Sal 77. El Señor les dio pan del cielo.

Mateo 13,1-9. Cayó en tierra buena y dio fruto abundante.
Jueves 25:
Santiago, apóstol, patrón de España, testigo excepcional de la transfiguración del Señor y de su agonía en Getsemaní, protomártir de los apóstoles.

Hechos 4,33; 5,12.27-33;12,2. El rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago.

Sal 66. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

2Corintios 4,7-15. Llevamos en el cuerpo ]a muerte de Jesús.

Mateo 20,20-28. Mi cáliz lo beberéis.
Viernes 26:
San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María.

Éxodo 20,1-17. La ley se dio por medio de Moisés.

Sal 18. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

Mateo 13,18-23. El que escucha la Palabra y la entiende, ése dará fruto.
Sábado 27:
Éxodo 24,3-8. Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros.

Sal 49. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza

Mateo 13,24-30. Dejadlos crecer juntos hasta la siega.