No sé qué líos se traen entre las compañías que alojan esta página y los servidores que ayer no podía acceder ni a escribir ni a publicar el comentario. Como cuando ya he visto que se puede está ya avanzado el domingo y hay que ponerse a confesar y a celebrar la Santa Misa, sólo haré una pincelada de comentario.
“Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.” Comenzar así el Evangelio tiene un problema, nuestra cabeza se puede ir directamente a pensar: “Hoy el Evangelio va sobre ricos y pobres.” Como la mayoría de nosotros no somos tan ricos como para considerarnos ricos y la mayoría de nosotros no somos tan pobres como para considerarnos pobres, entonces nos ponemos a pensar en las causas de la pérdida del Real Madrid en el partido de ayer.
Anteayer volví de Lourdes. Cuando se va sin grupo de peregrinos a Lourdes y no tienes que estar pendiente de personas ni horarios, vas a rezar. Y cuando vas a rezar te das cuenta lo molestos que son –aunque los entiendo perfectamente-, los que van a hacer turismo religioso. Está uno piadosamente delante de la gruta de la Virgen, haciendo un rato de oración, bajas un rato la mirada para concentrarte. La levantas pensando ver la imagen de la Virgen y ves a una señora intentando hacer una foto a su marido al lado de las velas (¿qué tendrán las velas, que las fotografían más que a la Virgen?), dirigiendo a su marido que intenta poner pose cinematográfica y cara de intelectual. Tarda tanto en hacerle una foto como en pintar un lienzo. Y mientras tanto tú te despistas y te das cuenta que ellos pierden un tiempo precioso para rezar ante la Virgen, que es a lo que en teoría han ido. Se despistan. El Evangelio de hoy no es de ricos y pobres, no se trata de la lucha de clases y que los pobres por ser pobres van a l cielo y los ricos por ser ricos se condenan. El problema del rico no es ser rico, sino no haberse fijado nunca en la necesidad de Lázaro. Estaba allí, a su puerta, pero no le miraba con la mirada de Cristo, pasaba a su lado pero no se conmovía. Y ese no es un problema de cuenta corriente. Cada uno de nosotros tenemos que descubrir en el otro la presencia de Dios, ser misericordiosos (“demuestras tu poder en el perdón y la misericordia”, nos dirá la oración colecta de hoy), y no podemos pasar por el mundo sin que las cosas, las personas y las situaciones nos afecten. La mirada de la misericordia nos hace descubrir las carencias materiales y espirituales de los otros y salir en su ayuda. No podemos perder oportunidades: “Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe”. No juzgues a nadie, no catalogues a nadie y pon los dones de Dios al servicio de los demás. Si no, aunque nos rodeen los muerto iremos a lo nuestro.
La mirada de María es una mirada compasiva, como la de su Hijo. Ojalá nos dé a nosotros esa mirada sobre los demás.