Comentario Pastoral
EL CORDERO DE DIOS

Este domingo da comienzo al tiempo ordinario, es decir, a las treinta y cuatro semanas en las que no se celebra ningún misterio particular, sino el conjunto de la historia de la salvación. Estos domingos «verdes» (calificados así por el color litúrgico que se utiliza) son una celebración repetida del misterio de la Pascua.

En el evangelio que hoy se proclama aparece Juan Bautista dando testimonio de Jesús. La imagen de Juan con el brazo extendido y el dedo apuntando a Cristo («Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo») es teológicamente más expresiva que aquella en que aparece con la concha en la mano, bautizando en las riberas del Jordán. Aquí encontramos ya un primer tema sugerente: a ejemplo de Juan, el creyente ha de ser para todos una mano amiga y un dedo indicador de lo transcendente en un mundo de tantos desorientados, donde la increencia va ganando adeptos. Juan identificó a Cristo; los bautizados tendremos que ser en medio de la masa identificadores y testimonio de fe cristiana. Juan, porque conoció antes a Cristo, lo anunció; los cristianos hemos de tener experiencia profunda de quién es Jesús, para testimoniarlo. Para poder reconocer a Cristo, antes hay que haberlo visto desde la fe.

Jesús es el Cordero, el Siervo de Dios, que quita y borra el pecado del mundo. Es todo un símbolo de paz, de silencio, de docilidad, de obediencia. Isaías define al Mesías como cordero que no abre la boca cuando lo llevan al matadero y que herido soporta el castigo que nos trae la paz. Con la muerte del Cordero inocente, que puso su vida a disposición de Dios para liberar a los hombres de la esclavitud del pecado, se inaugura la única y definitiva ofrenda grata al Padre del cielo. A imitación de Jesús, el cristiano debe ser portador de salvación y liberador de esclavitudes que matan. En la pizarra de la sociedad actual, en la que se escriben y dibujan a diario con trazos desiguales tantas situaciones injustas y violentas, la fe y el amor del creyente han de ser borrador de los pecados de los hombres. Esta capacidad de limpieza religiosa purifica los borrones de la increencia estéril, que achata la óptica existencial.

Andrés Pardo

 

 

Palabra de Dios:

Isaías 49, 3. 5-6 Sal 39, 2 y 4ab. 7-8a. Sb-9. 10
San Pablo a los Corintios 1, 1-3 Juan 1, 29-34

Comprender la Palabra

El texto proclamado este domingo corresponde al segundo poema o cántico de Siervo del Señor, redactado tras la primera repatriación después del exilio de Babilonia. El profeta-poeta no está satisfecho por la conducta adoptada por los que volvieron a Tierra Santa. De ahí que dirija su mirada al «resto», a un grupo reducido que, a pesar del ambiente hostil, permanece fiel al Señor. Este poema centra su atención en la misión del Siervo que no se circunscribe a Israel. Se trata de uno de los retos más valientes de este profeta-poeta: se abre un camino hacia los gentiles que culminará en su momento. Esta visión universalista ha llamado siempre la atención en este escrito. En el Nuevo Testamento esta profecía tendrá su cumplimiento en Jesús y en sus enviados.

La comunidad de Corinto estaba formada por gentes que trabajaban en el puerto y el Espíritu se prodigó en abundantes dones. Pero pronto se produjo una división interna que amenazaba la existencia misma de la comunidad. Pablo dispone de informaciones acerca del lamentable estado en que se encontraba la comunidad. La lectura de hoy recoge el saludo inicial.

La llamada apostólica es un puro don de Dios anterior a todo merecimiento por parte del receptor. Esta es la señal auténtica de su autenticidad. Hoy como ayer la misión sigue pareciendo tarea inalcanzable, compleja y sumamente dificultosa para todos los discípulos de Jesús. Es necesario seguir adelante, atajando el mal e intentando ofrecer al mundo una imagen creíble de la Iglesia de Jesús.

El texto del evangelio corresponde al capítulo introductorio que se compone de dos partes: el prólogo (vv. 1-18) y los testimonios (vv. 19-51) que contiene confesiones de fe acerca de Jesús que revelan una cristología muy desarrollada. La lectura de hoy recoge el primer testimonio del Bautista acerca de Jesús. El evangelista pone especial cuidado en subrayar la superioridad de Jesús respecto del Bautista tenido por Mesías por la secta llamada de los Bautistas.

En la comunidad cristiana y en el concierto de las religiones, Jesús debe ser presentado como el camino, la verdad y la vida; como la puerta y el pastor; como la vid verdadera. En él encuentran todos los valores humanos y religiosos su sentido verdadero.

El signo indicador de la supremacía de Jesús sobre Juan consiste en que Jesús es el único que puede bautizar en el Espíritu Santo. Juan administraba un bautismo de penitencia para cambiar la vida a fin de preparar un pueblo digno al Mesías. El bautismo en el Espíritu estaba reservado al Mesías.

El evangelista anota un rasgo importante que no se encuentra en el relato sinóptico de este acontecimiento y es la referencia de que el Espíritu «permanecería» sobre Jesús. En la etapa anterior (en el tiempo de la preparación, de las figuras y de las promesas) aparece el Espíritu sobre los encargados de llevar adelante el proyecto salvador de Dios. Pero esto ocurría de modo intermitente y selectivo. Con Jesús entramos en la época del Espíritu como don total, permanente y para todos. Y esto significa una novedad sorprendente.

Ángel Fontcuberta

 

al ritmo de las celebraciones


EL TIEMPO ORDINARIO (2)

La reforma postconciliar del Año litúrgico introdujo en el Tiempo Ordinario algo verdaderamente novedoso. A partir del domingo III se inicia la lectura semicontinuada de los tres evangelios sinópticos, uno por cada ciclo A, B y C, de forma que se va presentando el contenido de cada evangelio a medida que se desarrolla la vida y predicación del Señor. De esta forma se consigue una cierta armonía entre el sentido de cada evangelio y la evolución del año litúrgico.

Los evangelios de los primeros domingos guardan una estrecha relación entre la escena del Jordán y las primeras manifestaciones de Cristo. Al final de cada año litúrgico las lecturas hacen referencia a los temas escatológicos propios de los últimos domingos del año.

Y en medio de las dos etapas del Tiempo Ordinario se encuentra el ciclo pascual -Cuaresma,Triduo y Cincuentena-. Lejos de ser un obstáculo para la progresiva celebración del misterio de Cristo, este ciclo litúrgico ofrece una continuidad en la evocación de la vida y la acción mesiánica del Hijo de Dios.

La comunidad cristiana celebrando sucesivamente los pasos de Jesús, hace suyo ese camino y programa pascual del Señor, camino y programa que ha de realizarse no sólo en el curso del Año litúrgico, sino a lo largo de toda la vida.

Las ferias del Tiempo Ordinario no tienen formulario propio para la Misa, salvo las lecturas y salmos responsoriales. El Leccionario ferial está dividido en un ciclo de dos años, para las primeras lecturas y salmos, siendo los evangelios comunes a los dos años. Los evangelios sinópticos se leen por este orden: Marcos (semanas I-IX); Mateo (semanas X-XXI) y Lucas (semanas XXIIXXXIV). El Leccionario ferial del Tiempo Ordinario supone una verdadera novedad en la liturgia romana, y da cumplimiento a la disposición del Concilio Vaticano II en orden a que el pueblo cristiano pueda acceder abundamtemente a los «tesoros» de la Biblia.

 


Ángel Fontcuberta

 

Para la Semana

Lunes 20:
I Samuel 15,16-23. Obedecer vale más que un sacrificio. El Señor te rechaza como rey.

Sal 49. Al que sigue el buen camino le haré ver la salvación de Dios

Marcos 2,18-22. El novio está con ellos.
Martes 21:
Santa Inés (s. IV), virgen y mártir.

I Samuel 16,1-13. Ungió Samue1 a David en medio de sus hermanos, y en aquel momento le invadió el Espíritu del Señor

Sal 88. Encontré a David, mi siervo.

Marcos 2,23-28. El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado.
Miércoles 22:
San Vicente (+304), diácono zaragozano, martirizado en Valencia

l Samuel 17,32-33-37.40-51. Venció David al Filisteo con la honda y una piedra.

Sal 143. Bendito el Señor, mi Roca.

Marcos 3,1-6. ¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?
Jueves 23:
San IIdefonso (606-667), arzobispo de Toledo, defensor de la virginidad de María.

Sb 7,7-10.15-16. Quise más la sabiduría que la salud y la belleza.

Sal 18. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.

Lc 6,43-49. ¿Por qué me llamáis «Señor, Señor» y no hacéis lo que digo?
Viernes 24:
San Francisco de Sales (1567-1622), obispo de Ginebra, modelo de todas las virtudes.

1S 24,3-21. No estenderá la mano contra él, porque es el Ungido del Señor.

Sal 56. Misericordia, Señor, misericordia.

Mc 3,13-19. Llamó a los que quiso y los hizo sus compañeros
Sábado 25:
La Conversión de san Pablo, a las puertas de Damasco. Sé de quién me he fiado. Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

Hch 22,3-16. Levántate, recibe el bautismo que, por la invocación del nombre de Jesús, lavará tus pecados.
o:
Hch 9,1-22. Te dirán lo que tienes que hacer.

Sal 116. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Marcos 16,15-18. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.