Levítico 19, 1-2. 11-18

Sal 18, 8. 9. 10. 15

san Mateo 25, 31-46

Sinceramente cuando veo en una etiqueta “Light” me da algo de “repelús”, me parece que han estado tocateando el alimento para quitarle cosas y ha dejado de ser natural. Pero cada vez hay más estanterías en los supermercados con la etiqueta “Light.” A la gente le gusta: cerveza light, yogures light, pasteles light, y, en otro orden de cosas, a otros les gustarían obispos light, infierno light, pecados light y virtud light; es decir, que podamos “tomar” de todo sin temer a las consecuencias, en las cartucheras o en el alma. Pero han llegado los científicos y han alertado sobre los alimentos light. Las personas que lo toman pensando que no engordan toman más y, al final consumen más calorías de las que hubieran tomado con alimentos naturales, en vez de tomarse un plato de arroz con leche se toman siete: “como es light” y acaban más cebones que los puercos en San Martín.

“También éstos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Y él replicará: “Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.” Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” Parece que el Evangelio, como el jamón de Jabugo, es incompatible con la etiqueta Light. Nuestra vida y nuestros actos tienen consecuencias, llegará el día en que todos (no los creyentes, piadosos o a los que les vayan estos asuntos), todos, seremos llevados ante el juicio de Dios y no valdrán excusas.

Al comienzo de la cuaresma nos vendría bien leer varias veces este capítulo 25 de San Mateo, hasta que cale en nuestro corazón y desterremos todo lo light que pueda haber en nosotros. Algunos pensarán que esto lleva al fundamentalismo, a ser radicales e intransigentes, que más vale edulcorar (con sacarina) un poco la cosa y no llamar demasiado la atención. Sin embargo el camino de la Cuaresma desemboca en el calvario, para llevarnos hasta la resurrección. Y si no estamos dispuestos a cargar con la cruz, a abrazarla y llevarla hasta lo alto del monte, a dejarnos clavar en ella y entregarlo todo por amor a Dios y a los hombres, entonces tal vez sea mejor que no empecemos este camino. “ Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo.” Seguramente dentro de cuarenta días no podamos presumir de santidad (si lo hiciéramos seríamos menos santos de lo que pensamos), pero podremos tener la certeza de que Dios puede hacer en nosotros grandes cosas, si le dejamos. Cuando se empieza a avanzar por el camino del amor de Dios se da uno cuenta que amar a los demás como a uno mismo es amar a los demás como Dios nos ama, es decir, hasta darlo todo. En esa situación las palabras radicalismo (en su peor sentido), fundamentalismo o intransigencia no tienen cabida, esas palabras definen ideologías, no vidas entregadas.

“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.” A la cabeza de ese grupo irá nuestra Madre la virgen María, no queramos cambiar ese momento por una vida light.