Éxodo 19, 1-2. 9-11. 16-20b

Dn 3, 52. 53. 54. 55. 56

san Mateo 13, 10-17

En un viaje a Inglaterra un país de mayoría católica me llamó poderosamente la atención cómo, la iglesia anglicana, tiene concebidos los actos litúrgicos y la diversidad de celebraciones de manera peculiar. Anduve buscando, por ejemplo, (pues en un primer momento pensé que se trataba de un templo católico) la capilla del santísimo. En un tríptico explicativo de la historia y composición de ese edificio, se hacía referencia a la capilla del “recogimiento” (traduzco literalmente). Cuando entré allí descubrí que no se trataba de una Iglesia Católica. Siento un gran respeto por otras religiones y confesiones distintas a la mía pero, aunque sean “pocas” cosas las que nos separan de otros credos cristianos, se nota que algo falta, y que no es precisamente accidental.

Hay un sello de identidad de la universalidad de la Iglesia. Allí donde está mi Madre la Iglesia (los sacramentos, la devoción a la Virgen, el amor al Papa…), se puede percibir una unidad que no se ve en otros sitios. Algunos dirán que soy un exagerado, y que dentro de la Iglesia Católica también existen problemas graves. ¡Evidentemente que existen!, pero cuando somos conscientes de que nuestra Iglesia es pecadora (compuesta de hombres y mujeres limitados como tú y como yo), aún brilla más su santidad, pues descubrimos con una claridad mayor la presencia del Espíritu Santo en ella.

“¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!”. Vuelvo a repetir que no estoy en contra de ninguna aptitud ecuménica, todo lo contrario, cada día rezo por la unidad de los cristianos del mundo entero. Sin embargo, lo que puedo oír y ver eso intento transmitir, y una de esas cosas es la belleza de mi Madre la Iglesia, por muy pobre o lejano que sea el lugar donde se encuentre, pues irradia una única hermosura: la de su Esposo Jesucristo, que se entrega totalmente a cada uno de los que formamos su Cuerpo Místico en el sacramento de la Eucaristía.

Pido a la Virgen que acreciente mi amor al Papa y a la unidad de la Iglesia. Amén.