Hoy celebramos la fiesta de la Epifanía, que en castellano quiere decir fiesta de la Manifestación de Dios a todos los hombres. Dios se manifiesta en la sencillez del niño Jesús a la humanidad en las tres razas que suponen representar los tres Reyes Magos.

Según la tradición más popular, desde niños nos han enseñado que la fiesta de la Epifanía es la celebración de la visita de los Reyes Magos al niño Jesús para no sólo rendirle honores sino también para entregarle los regalos de oro, plata y mirra. De aquí la magia de este día para tantos niños… los Reyes Magos entran casa por casa y van dejando los regalos a los niños. Es la fascinación de los niños preparando ayer noche agua y pan para los camellos de los Reyes cansados del viaje. Es la ilusión del niño que pide regalos para cumplir sus sueños. Es el día donde los padres ven las caras de felicidad de los niños abriendo sus merecidos regalos.

Ayer reflexionaba sobre este hecho de la infancia de Jesús. Jesús-niño recibe los regalos de los Reyes Magos (Mt 2, 1-12). La infancia es la edad de recibir, es la edad de pedir, es la edad donde uno tiene derecho hasta de reclamar que me den. Lo vemos en los niños en el supermercado cuando cogen esas rabietas por el reclamo de una chocolatina que su padre no le quiere comprar. En este sentido todos llevamos algo de niño por dentro, nos encanta recibir regalos, ¿a quien no le gusta que le den un regalo? Y más si es una sorpresa.

Pero contemplando ayer este pasaje, descubría no sólo al niño Jesús como protagonista, sino también me llamaba la atención ver la actitud generosa de los Magos de Oriente. Los Magos hacen todo un camino por buscar al Mesías, un camino no carente de esfuerzos, un camino del que nosotros tenemos mucho que aprender: estudian las profecías en las Sagradas Escrituras, se ponen en camino, paran en Jerusalén y preguntan por conocer más sobre el nacimiento del Mesías, disciernen los engaños de Herodes, recorren una larga travesía sin tirar la toalla, se dejan guiar por la Estrella… pero lo que más me llamaba la atención es la actitud generosa de darle al niño-Dios unos regalos, sin duda lo mejor que tenían.

La actitud de los Magos, desde todo momento es la de salir de si mismos en busca de Dios. Pero sobre todo la pregunta que me hacía es: ¿Que estoy dispuesto a ofrecer a Dios este año? Acercarse a Dios con esta actitud, no la de pedir, sino la de ofrecer y dar. Dar lo mejor de mi, dar perdón, dar acogida, dar reconciliación, esto es lo mejor que podemos dar este año que acabamos de empezar. Este debiera ser algo a considerar, no sólo pedir, sino plantearse el dar, dar y dar. Como el ejemplo que pone Jesús en el Evangelio de la pobre viuda que da dos monedas pero da todo lo que tiene, da lo mejor de si misma.

Hazte esta pregunta: ¿qué estas dispuesto a dar a Dios y a los demás en este año?, pero desde la actitud de los Magos, no esperando a que me pidan, sino saliendo al encuentro del otro, dispuesto a dar lo mejor de mi.