Que gran lección nos da el leproso en el evangelio que la liturgia nos regala hoy. Deberíamos incluirle en la lista de los grandes maestros de espiritualidad. En este pasaje, con sólo 5 versículos, el evangelista San Marcos nos deja un precioso esquema de oración. ¡Con que maestría nos enseña a acercarnos a Jesús y sacarle el milagro!

Este leproso lo primero que hace es reconocerse enfermo. Esta el la clave inicial de toda oración, reconocer cual es mi debilidad, mi miseria para sacar rápidamente una conclusión: Estoy enfermo, ¡no tengo la solución de mis enfermedades! He de acudir al médico. Y así dar el siguiente paso, suplicarle de rodillas. Se trata del valor de la humildad en la oración.

Consiste en fijarme en lo que yo puedo y lo que el puede. Es mi Creador, yo soy criatura suya. Existo porque el me ama y quiere que exista. Todo de El lo he recibido.

Santa Teresa de Jesús, en su libro «Las Moradas» tiene textos preciosos sobre la Humildad. Dice allí la Santa:

Es cosa tan importante este conocernos… pues mientras estamos en esta tierra no hay cosa más importante que la humildad…. Y a mi parecer jamás nos acabamos de conocer, sino procuramos conocer a Dios; mirando su grandeza acudamos a nuestra bajeza, y mirando su limpieza, veremos nuestra suciedad; considerando su humildad, veremos cuán lejos estamos de ser humildes (I M 2,9). Humildad, humildad, por esta se deja vencer el Señor a cuanto de Él queremos. ( IV M 2,10)

Finalmente cuando habla de la séptima morada nos cuenta que para construir bien el castillo de la vida interior no hay otro cimiento que la oración (VII M 4, 9).

Es lo que hoy nos enseña el leproso, para entrar en la oración hay que entrar por la humildad. Esto siempre me recuerda a Basílica de la Natividad en Belén. Para evitar que entraran los soldados a caballo hicieron en la Edad Media una puerta muy pequeña. Esta puerta continúa hoy como la única puerta de acceso. Para entrar en la Basílica hay que agacharse. No hay otro modo de acceso. También nosotros hoy para poder entrar en el misterio de Jesús tenemos que agacharnos. Para entrar en la relación con Jesús no hay otra puerta ni otro cimiento que la humildad.