¿Estás cansado por la rutina de cada día? ¿Estás agobiado por las preocupaciones de la jornada? ¿Estás desasosegado por todo lo que tienes que hacer y no llegas a abrazarlo? ¿Estas harto de tanta corrupción e injusticia y que nadie haga nada para resolverlo?

Escucha hoy lo que dice Jesucristo:

-«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. »

Por eso es precioso estar en misa cada día, después de todas las horas que tenemos para luchar sin sosiego, por lo menos en 30 minutos podemos desconectar y descansar al lado del Señor. Hay alguna persona que bosteza en misa, pero no hay que escandalizarse, más bien hay que alegrarse porque se encuentra relajado y tiene más paz.

Necesitamos parar para darnos cuenta que nosotros no somos los salvadores, sólo uno es el salvador: Cristo. Esta verdad la entendieron los apóstoles cuando volvieron entusiasmados por todo lo que habían hecho como apóstoles de Jesús, curando enfermos, expulsando demonios… Pero no era su fuerza ni méritos quien construía la realidad de un modo nuevo, era el Espíritu de Cristo con ellos. Por eso Jesús les dice: “anda, venid ahora y descansad en mí, daros cuenta que soy yo quien puede hacerlo todo bien sobre tu vida”. Esta es la mejor medicina ante la pandemia social de la ansiedad.

Decía San Juan de Avila que cuando uno entra en la misa puede venir “como endemoniado”, pero al salir debe salir “como los ángeles”. Dios nos ha provisto del descanso necesario en el diálogo con Él, en la oración, en la mesa de la Eucaristía.

Qué bien se entiende cuanto hemos cantado en el salmo 23: “el Señor es mi pastor, nada me falta. Me hace recostar en verdes praderas, me conduce siempre hacía fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”. Qué verdad es esta oración. En mis años de sacerdote he sido testigo de muchas personas que entraban rotas y llenas de lágrimas y entrando en la capilla de mi parroquia, sin otra intervención que el silencio y la oración, salían transfiguradas, con la paz en los ojos, consoladas profundamente, y un motivo para seguir sonriendo. Realmente el auténtico milagro del encuentro con Jesús el buen pastor. Él ya lo dijo: “venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”. Sí Jesús está ahí, no se cansa, como cuando venía del lago de Galilea, dispuesto a acogernos a todos, seamos quien seamos, preparado para acogerte una vez más, con misericordia, con ternura y consuelo… No pierdas la oportunidad. Y luego invita a muchos a hacer como tú esta magnífica experiencia: Dios es real, Cristo es un buen pastor, él es el príncipe de la Paz.