En el Evangelio de hoy presenciamos una de las más duras críticas por parte de Jesús a los fariseos. Dejáis de lado los mandamientos de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.

¿Puede se que los que nos consideramos creyentes, también tengamos “muchas cosas de estas”?

Una vez escuché a una señora cristiana argumentar en contra de que una persona persona divorciada que está en una nueva relación comulgase en la misa, con las siguientes palabras: “Dios no quiere entrar en un cuerpo que está siendo infiel, que está con otro que no es su marido”.

Más allá del hecho de comulgar o no, lo primero es que me maravilló la seguridad con que ella parecía saber lo que a Dios le gusta y lo que no.

Después constaté una vez más, lo sensibles que somos muchos cristianos a la “limpieza moral” a nivel del sexto mandamiento y pasamos por encima otro tipo de “limpieza”.

Si alguien pudiera hacernos un scanner a los cristianos que nos ponemos domingo a domingo a la cola para comulgar, ¿qué verían dentro de nuestros corazones y nuestras cabezas?

¿No estamos muchas veces llenos de envidias, de cosas sin perdonar, de mentiras incluso frente a los más cercanos, de pensamientos de competitividad y rivalidad, de ansias de poder y de dinero, llenos de cobardías por no perder el aprecio de los demás? ¿Es esta la “limpieza” cristiana?

¡Qué fácil es juzgar a los demás! ¡Qué fácil es pensar que nosotros no somos como esos que se separan o se divorcian! ¡Qué fácil es mirar a las personas homosexuales desde nuestros criterios humanos!

¿No nos estaremos olvidando como aquellos fariseos de los mandamientos de Dios y aferrándonos solo a una parte de la moral?

Amarnos unos a otros como yo os he amado. ¿Y cómo nos has amado? Tú no nos juzgas, tú rompistes todas las reglas para hacerte hombre y venirnos a buscar a la tierra cuando estábamos totalmente perdidos y nos llamaste ni más ni menos que amigos, aunque en ello te fuera la vida.

Lo último que pensé frente a esa señora es: ¡Ojalá que no te suceda que tu hija o hijo se separe o se encuentre alguien que tú quieres en esa situación!

Llenemos nuestro culto, nuestras misas, nuestra vida de sentido, del sentido que le dio Jesús desde el mandamiento del amor.