El Señor Dios se dijo: -“No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.” Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre. El hombre dijo: – “¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!

-«Deja que coman primero los hijos. No está bien echarles a los perros el pan de los hijos.» Pero ella replicó: -«Tienes razón, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.»

Él le contestó: -«Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija. »

¿Qué tienen que ver estas dos lecturas entre sí? ¿Qué nos quiere decir Dios através de ellas?

Una primera interpretación podría ser: con humildad consiguen las mujeres lo que quieran de los hombres, ya que la mujer fenicia contesta con total humildad ante el aparente desprecio de Jesús y al final le mueve a hacer el milagro con su hija.

“No está bien que el hombre esté solo”, aunque esta lectura del Génesis hace mención en especial a la relación hombre y mujer, nos habla de la dimensión social del hombre, o sea del que el hombre desde la creación, no está hecho para vivir en soledad.

Esto es algo que constatamos en nuestra sociedad: no por vivir un bienestar material y en una sociedad de consumo es capaz de compensar la necesidad de relación que necesita todo hombre para ser feliz. De hecho en lugares donde existen menos medios y más comunicación y ayuda entre vecinos y familias, las personas tienen una alegría más espontánea y verdadera.

Se podría resumir en: nos necesitamos unos a otros. San Pablo llega a expresar esta unidad del género humano con las palabras. “Vosotros sois el cuerpo de Cristo”. Así que podemos hasta decir junto con el hombre a quien hace referencia el Génesis: Cada persona es hueso de mis huesos y carne de mi carne, ya que nos une la carne de Cristo mismo.

En el Evangelio vemos que Jesús de Nazaret también necesitó a los demás en su vida e incluso para comprender cada vez más la misión que le había confiado su Padre.

Para los judíos era evidente que Dios era el Dios de los judíos y que otros pueblos, como los fenicios de Siria, estaban fuera de la Alianza con Dios. Esta mujer, que aparece tan discretamente en la Biblia, le provoca irritación primero y después le hace entender que “también los perrillos se comen las migajas que caen de la mesa de los hijos” , o sea que el banquete del Reino de los cielos también era para otros pueblos hasta entonces concebidos como paganos. Por lo tanto la contestación de Jesús a la petición de la mujer no es un señal de desprecio hacia ella. Gracias a esta mujer, la cual fue capaz de expresarle su hambre de curación y del pan de Vida, Jesús comprende de una forma nueva su misión y su envío. Jesús se deja ayudar, cambiar, enriquecer y no lo oculta. Quizás esto les sorprendió tanto a sus discípulos que quisieron que esto quedara en el Evangelio como Buena Noticia para siempre.

Que el ejemplo de Jesús nos sirva de impulso para no temer cambiar en el día a día y aprender de cada persona por muy “pagana” que nos parezca a nuestros ojos cosas importantes para nuestra vida.