Hay una pregunta que le impoimagerta al Señor hacerte, “¿soy secundario para ti?”. Si le dices que sí, arruinas su propósito de regalarte Vida. Dejas triste a quien había puesto todas las esperanzas sobre ti para que fueras feliz. Si le dices que no, que Dios cuenta mucho en todo aquello que tienes entre manos, Él no deja ahí la cosa, prosigue con sus exigencias del corazón, “pero, ¿me quieres con todo tu corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas?”. Y entonces tiemblas, porque ves que su propuesta va en serio.

Es tanta la novedad para la historia de las religiones que Dios tenga un corazón necesitado de ternura, que nos deja confusos. No dice que te pongas a hacer sacrificios buscando una divina compensación, como si fueran asuntos de mercado; o que te pongas a hacer muchas oraciones para dejar que la conciencia te diga que eres un tipo espiritual. Él te pregunta si le quieres con todo el corazón, como el amante que echa su manojo de cartas sobre la mesa. Nadie inicia una relación de veras si no apuesta por un inicio de incondicionalidad, porque sabe que sólo en el abandono hay una promesa de felicidad.

Pero un amante dispuesto a la entrega no se conforma con una espléndida jornada inaugural, quiere que exista entusiasmo en el mismo desarrollo de la relación. Todos conocemos a gente que necesita creerse que siempre está empezando, como si el punto de arranque fuera el único logro. Cuando empezamos un proyecto nos llenamos de la alegría de la expectativa, surgen chiribitas con la frase «venga, desde el principio«. Pero a veces puede ser una experiencia encerrada en sí misma, falsa, porque produce el regusto de estar en la rutina de tener que empezar a toda costa. Hay que entusiasmarse por la vocación del crecimiento. Dios no se queda en los inicios, una vez que nos puso en el vientre de la madre y nos llenó de gracia en el bautismo, el inicio se dio, quiere que crezcamos. ¿Entonces?, adelante. ¿Que metes la pata?, adelante, quiere al Señor con todo el corazón y a los tuyos como a ti mismo. ¿Que andas en sequedad y no avanzas?, respira, busca al Señor con todo el corazón y apoyo en los que te puso cerca.