¡Qué dolor en el corazón manifiestan las palabras de Jesús en este Martes Santo! Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. La perplejidad de los discípulos es comprensible…¡Pero cómo! ¡Es posible una traición así!

¿Quién es? Se preguntan todos. Y Jesús con un signo lo dice pero nadie lo entiende, porque el signo que elige es de predilección: unta un trozo de pan y se lo da a Judas.

Ayer dejábamos a Judas en Betania enfadado y corrigiendo al Señor y hoy Judas sale dispuesto a entregarle. ¿Qué le ha pasado a Judas?

Su corazón ha sido cogido por el diablo… En su corazón se ha alimentado una antipatía y en Betania ante el gesto de María aparece una avaricia encubierta por una filantropía y falso interés por los pobres. No sólo no comprende a María sino que tampoco comprende a Jesús. Critica porque no entiende que Jesús haya aceptado ese obsequio. Casi parece que se coge una pataleta y andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. Su mentalidad no sólo no es la de Cristo sino que es la de satanás… Juan al contarnos cómo sale del cenáculo nos dice que era noche. ¿Qué significa esto? ¿No será más bien que el que es noche es Judas? Para Juan que nos presenta a Jesús como Luz, el contraste es muy claro: Judas era noche y Jesús luz.

El proceso de Judas no fue inmediato: tenía vocación. Jesús le eligió, lo dejó todo para seguirle pero… se encontró con un Jesús que no correspondía a su manera de pensar. Y en lugar de cambiar él, pensó que conseguiría cambiar a Jesús… no entendió la forma humilde de Jesús. No lo entendía como tampoco lo entendía Pedro… ¡Daré la vida por ti! Y luego vendrán las negaciones que ya Jesús le anuncia. Entrar en el modo de pensar como Dios es duro pero hay que suplicarlo para poder acompañar a Jesús.

Su problema es claro, su corazón se ha ido distanciando de Jesús… aunque cubre las formas. Su misión la cumple aparentemente. Se ha dejado llevar por conversaciones, amistades, presiones, etc. Es verdad que cumple pero su corazón no está puesto en Jesús. Se trata de un cumplimiento, que en definitiva no es otra cosa que cumplo y miento.

Como hemos dicho el proceso no es inmediato, va poco a poco: primero se distancia de Jesús, después juzga a Jesús y finalmente acaba desconfiando de Él.

Lo peor: ¡Nadie noto nada! Es correcto con os demás. Aunque se ha desvinculado del grupo se preocupa muy bien de guardar las apariencias.

El demonio canta victoria: ha conseguido arrebatar a Jesús uno de sus amigos, de los que más cerca estaban de Él.

Y nosotros ¿Queremos acompañar a Jesús a la pasión? No lo hagamos solo con el cumplimiento sino poniendo el corazón en el Señor.