¡Mañana de carreras esta del primer día de la semana! María Magdalena fue al amanecer, vio la losa quitada y echó a correr y fue donde Pedro y los demás… Salieron Pedro y Juan, los dos corrían juntos pero Juan más que Pedro…

¡Mañana de carreras! Todos van corriendo y buscando pero ¿qué buscan? Un cadáver, buscan un muerto. María Magdalena, Pedro y Juan corren pero buscan mal porque no esperan la Resurrección. La que no va al sepulcro es María, la Virgen, porque espera la Resurrección.

Ante la tumba vacía se dan cita: Pedro, el que procede con cautela, que ha negado a su Maestro. Juan, más intuitivo, que ha permanecido fiel. Magdalena, la mujer que busca apasionadamente. En esta búsqueda se ayudan unos a otros para encontrar a Jesús. ¿Cómo busco yo al Señor? ¿Soy capaz de aportar lo que se me da en bien de otros?

Es esta una mañana para buscar a Jesús. ¿Cómo?

Buscarle como Pedro: Lo busca humillado por su propia negación. Parece que el peso de su pecado le hace correr más lento. ¡Cuantas veces nos sucede a nosotros lo mismo! ¡Cuántas cosas nos pesan y nos impiden correr hacia Cristo! A Pedro le cuesta pero llega. Eso es lo importante, que aunque vayamos con paso corto lleguemos al encuentro del Señor.

Buscarle como Juan: ¡Vio y creyó! El discípulo amado es maestro de fe. ¡Cómo no lo va a ser! Si ha recostado su cabeza sobre el Corazón de Jesús el Jueves Santo y sobre el Corazón de María el Viernes Santo. Conoce muy bien los latidos de esos dos corazones. Buscar a Jesús como Juan es buscar a Jesús con una mirada de Fe. No olvidemos esas palabras del Papa Francisco: la fe es un camino de la mirada en el que nuestros ojos se acostumbran a ver. El que ha estado al pie de la cruz y ha contemplado el corazón abierto ahora ve y cree. Pongamos también nosotros los ojos en Cristo para verle vivo en los acontecimientos de nuestra vida.

Buscarle como Magdalena: esta mujer que amaba al Señor nos enseña a buscarle apasionadamente. María lo buscó con entrega, pasión y una fidelidad inquebrantable. Pero también hay que decir, con todo el respeto que se merece esta mujer amorosa, que subestima a Jesús: aquel a quien busca es infinitamente más grande y completamente diferente del que ella imagina. Busca entre los muertos al que está vivo. Su búsqueda se ha de ampliar. En nuestra vida, buscar y encontrar a Dios es también una actividad que no termina nunca, por la sencilla razón de que Dios es siempre más grande, más amplio, más sorprendente de lo que podemos imaginar.

Eso sí ¡todos lo buscan corriendo! Ya lo hemos dicho al principio, el primer día de la semana es un día de carreras. Pongámonos también nosotros a correr y como diría San Bernardo: Busquemos al Señor de modo que lo busquemos constantemente, sin cesar.